Prologo.
Desde el inicio de la humanidad, Eva es creada para complacer a Adán... Supuestamente, nos sacan de una costilla del hombre, al menos ese es el cuento que nos han contado. Pero Eva es curiosa y quiere saber más… se pone de chismosa y golosa a probar lo que no le corresponde y ahí acabamos metidas en el primer embrollo. Nos corren del paraíso sin ropa, acusadas con todo y pareja…
Imagino que ese fue el inicio de nuestras diferencias, no en vano nos han calificado de locas, difíciles, como venusinas, sexo débil, incluso dicen que mujer que no joda es hombre. Lo que sí es cierto es que: ¡somos únicas!
Solo una mujer puede hacer las cosas que nosotras hacemos en un mismo día, somos: consejeras, chefs, economistas, compradoras, expertas, organizadoras sociales, asesoras de imagen, secretarias, profesoras, psicólogas, modelos, contorsionistas, expertas sexuales, y choferes, directoras, presidentas, líderes y todo esto al tiempo. Si no me creen, pregúntenles a sus hijos y marido.
Este libro es una mirada divertida a ese mundo genial que es el mundo de nosotras: las mujeres. Escrito por una mujer que ha pasado por todas. Espero que lo disfruten y si quieren ser muy generosas lo compartan con los hombres de su vida, es una radiografía de un grupo de amigas que se reúnen cada semana a hablar sobre su vida. Mi esposo siempre me pregunta ¿qué es lo que tanto hablas con tus amigas?
¡Aquí está la respuesta!
Para: David, Jack y Aryeh, los hombres de mi vida.
Y para mi amiga Adriana, quien partió prematuramente
Barranquilla, 2024
Los sucesos de esta historia están basados en eventos reales (aunque no lo parezca); sin embargo, algunos nombres y características de los personajes son producto de la imaginación. Cualquier parecido con la realidad es una coincidencia.
Son las 5 de la tarde, todavía no nos llaman a abordar el avión…
Pensar que voy a estar embutida en una lata de sardinas durante 11 horas no es nada atractivo, salvo saber que voy a encontrarme en París con mi adorado marido, quien me espera para una segunda luna de miel.
Manuel está en Europa hace 10 días en visita de negocios.
El trabajo previo al placer…
Hace apenas unas semanas estaba esperando el vuelo destino Bogotá, con lo que me gustan los aviones es casi paradójico el tiempo y la frecuencia con la que viajo. Mi familia está radicada allá y yo vivo hace unos años en Panamá.
Visitar Bogotá es una delicia…
Me veo con amigos, como en restaurantes deliciosos, visito a la familia, paseo por la ciudad, voy al teatro, en fin: una dicha. ¿Desafortunadamente, el tiempo nunca me alcanza, es como si los días se acortaran a propósito, me pregunto, si alguna vez me sentiré a gusto con el tiempo que tengo?
Tatiana probablemente me diría: “El secreto de la dicha es estar a gusto con lo que se tiene…” Tati, no podré verla en París, un buen día Tati decidió salirse del mundo.
Mi familia es uno de esos clanes grandes, donde todo el mundo está enterado de la vida de todos, podríamos decir que son muy comunicativos... (O chismosos para ser más sinceros).
Como siempre están tan informados, es casi imposible no “gastar” uno de esos preciosos días visitándolos. Lo más factible es que una de mis ultralóngevas tías me invite a una cena tempranera o un almuerzo a las 12 del día. El menú invariablemente será: huevos duros, tostadas, mermelada, ensalada de papa, algún revoltillo sospechoso, galletas y té.
¿Viajar a Bogotá a almorzar eso? ¡No creo!
Pero, son mis tías…
¿Cómo me suelto de esos compromisos?
Todavía no me siento cómoda quedando mal con mi familia, pero a estas alturas de mi vida no me debería inquietar decir lo que siento; sin embargo, no quisiera ofenderlas…
La comida no es mi único malestar o más bien poco interés en esa visita a las tías. Tendré grandes probabilidades de encontrarme en medio de una lluvia de preguntas embarazosas, eso sin contar el cuestionario al mejor estilo del FBI, todo salpicado de comentarios indiscretos, ni hablar de las insinuaciones. Perlitas como: “Pero, ¡cómo estás de gordita! ¿Qué te pasó?”
O la clásica de una de ellas “¿Definitivamente piensas seguir con el pelo así de desordenado?, si ya no eres una niña” lo peor es que es verdad, ya no soy una niña, pero cuando me encuentro con ellas me siento como una niña pequeña…
No, definitivamente es muy poco el tiempo que voy a estar en Bogotá, mejor me desaparezco, me hago la loca y ya está.
La pregunta ahora es: ¿cómo me salgo con la mía sin ofender a nadie? Veamos. Son varios los caminos que tengo:
1-Obligo a mi mamá a hacer un pacto de silencio y no decirle a nadie que estoy de visita en Bogotá. Si no se enteran, no me invitan, y lo que no se sabe, no daña.
2-Hago un verdadero esfuerzo de no frecuentar lugares donde me pueda encontrar con alguien de la familia. Algo así como Bogotá encubierta.
3-Si se llegaran a enterar… y les aseguro que hasta el más cuidadoso quedaría impresionado con su maravillosa y exclusiva red de espionaje.
Si se enteran debo tener bien preparada una buena excusa.
Teniendo ya solucionado el asunto tías, solo me queda organizar la agenda.
Lunes: Como llego temprano alcanzo a visitar el Museo Nacional y ver la muestra Caribe Espléndido, almuerzo en el Museo y visito la colección Botero en la Casa de la Moneda, en la noche voy a cenar con mi mamá a la zona G. Hay un restaurante nuevo que quiero conocer.
Martes: Tengo una cita con mi Bioenergético para que me aumente la dosis de Estrella de Belén y Rescate a ver si este año las esencias florales por fin me hacen más efecto.
Luego tengo una sesión de grito terapia ¿Se imaginan? Pago 250 000 pesos por una hora, para pegarle a una almohada y gritarle a todo pulmón. Como sé que acabaré exhausta y con las cuerdas vocales inflamadas ese día mejor almuerzo sola cerca al Centro Comercial Andino. No voy a ser capaz de hablar con nadie.
En la tarde me encontraré con mi hermana y saldremos de compras, seguro rematamos con una buena película en la sala Cinemanía del parque 93 y cena en algún restaurante japonés.
Miércoles: ¡En la noche voy a cenar paella a la casa de Adrianita, vamos a celebrar su cumpleaños, durante el día vamos a ir a la Universidad de los Andes a averiguar por unos formularios para un curso que Adri quiere tomar, no entiendo por qué una persona quiere seguir estudiando durante toda su vida!
La presión de las tareas, los ensayos, las presentaciones y los exámenes, uf no lo entiendo, pero es mi amiga y la voy a acompañar, luego iremos a almorzar por la Candelaria.
Hasta ahora planes perfectos: sin huevos duros, sin tostadas, sin revoltillos sospechosos y sin tías en el panorama.
En Bogotá los días transcurren sin sobresaltos, logro mantener mi agenda así como la he organizado, he logrado hacer todos mis planes tal como los imagine, ninguna de mis tías sabe que estoy en Bogotá.
El miércoles por la mañana Adriana y yo llegamos a la universidad, son varias las emociones que me invaden, regresar al Alma Máter, recordar viejos tiempos, viejos amigos y cómo era vivir en Bogotá sin tener mayores obligaciones salvo estudiar y hacer tareas. Recuerdo los momentos lindos de mi vida como estudiante, cuando mis únicas angustias eran estudiar y que mi novio tuviera tiempo para compartir conmigo cuando los deberes lo permitían, Recuerdo los profesores y los retos mínimos que la vida me presentaba como estudiante universitaria. No era la mejor alumna, tampoco la peor, pero si soy sincera me interesaba más de la vida universitaria, los eventos sociales y culturales que los académicos y formales.
Estoy transportada a otro momento de mi vida, estoy sumida en medio de mis emociones, e idílicos recuerdos.
¡De repente siento una mirada punzante directo a mi presente! Frente a mí, ahí, parado, en mi cara. Mi primo Nicolás, hijo único de una de mis tías.
-¡Pero qué sorpresa! ¿Desde cuándo por acá?
-Eh, mm, pues, mmm, eh, yo, pues, eh, desde el lunes…
Ni siquiera soy capaz de mentir.
-¿Y no habías llamado a reportarte? ¡Cómo puede ser!
No puedo mirarlo a los ojos, ¿qué puedo decir? Me pescaron in fraganti. Con las manos en la masa. Estoy desnuda como una niña chiquita y no sé qué decir, la poca conversación que se desarrolla va cuesta abajo. ¿Qué digo? ¿Qué hago?
¿Se han dado cuenta, que entre más queremos desembarrarla, más nos hundimos?
Me quiero escurrir. Adriana llega a mi rescate.
-¿Te demoras? Recuerda la cita que tenemos…
-Eh, si claro. Tengo que dejarte Nico, mi amiga me está esperando.
-Claro, seguro, que te rinda y nos vemos más tarde.
¿Nos vemos más tarde? ¿Por qué? ¿Qué quiso decir con eso de que nos vemos más tarde? ¿Cuándo más tarde? ¿Dónde nos vemos? ¡Rayos! ¡Quedé expuesta!
El resto de la tarde lo paso con una mezcla de culpa y desasosiego ¡Demonios! ¿Cómo pasó esto si el plan era tan bueno? De todas las posibilidades nunca pensé en esta. ¿Qué carajos estaba haciendo Nico en La universidad de los Andes? Regreso a casa para cambiarme y volver a salir para la cena con Adriana, mi mamá me recibe con la temida noticia.
Estamos invitados mañana a almorzar en casa de las tías.
Habrá revoltillos sospechosos, habrá tostadas y habrá mermelada, todo esto debidamente salpicado por uno que otro comentario difícil de evitar.
La señorita encargada del vuelo nos invita a abordar.
Estoy sentada en lo que yo llamo semi gallinero, o clase turista especial, no logro acomodarme del todo. No voy a negar que las sillas son más amplias y la cabina además de más espaciosa es más acogedora, puedo reclinar mi espaldar mucho más que en la clase turista, pero sigue siendo una lata voladora, y yo sigo con mis temores habituales.
No entiendo por qué le tengo tanto miedo al avión. Cada vez que voy a viajar tengo que recurrir a toda suerte de terapias y artilugios para controlar el miedo y la ansiedad. ¿Las esencias florales ya no logran resolver nada, las gomitas de CVD que me ofreció Luz me dio temor traerlas, se imaginan uno de esos perros antinarcóticos en el aeropuerto de París devorando mi cartera de cuero italiano, buscando esas gomitas?
¡No! Apenas tenga la posibilidad, será tomar un trago, Claro que si hago un poquito de memoria…
La última vez que tomé un trago, más específicamente un Ron con coca cola fue en un vuelo camino a la isla de San Andrés, Manuel tuvo que subir a buscarme, ¡qué bochorno! No sabía que a 30.000 pies de altura el licor surtía más efecto, yo con los 3 cócteles que me tomé, quedé noqueada, eso sí, debo reconocer que no sentí una sola turbulencia.
Mejor dejo de pensar tonterías y me ubico en mi silla.
Estoy en la fila 10, silla A y todavía no sé quién será mi vecino o vecina de viaje…
El misterio se resuelve 3 minutos después, a mi lado se sienta una joven mujer de unos 38 años. Es alta y espigada, dueña de una envidiable figura, está muy bien vestida y arreglada, se nota que es una de esas jóvenes ejecutivas que viajan todo el tiempo, lo que me parece extraño es que se ve muy nerviosa.
Lo único que me faltaba, otra mujer más miedosa que yo.
Todos los pasajeros abordan el avión de manera ordenada y poco a poco cada quien se va acomodando en su puesto. Los auxiliares de vuelo como expertos prestidigitadores hacen que la tarea transcurra en orden, de manera elegante pero expedita. No hay tiempo que perder, el avión debe salir a tiempo. Las próximas 11 horas van a ser muy interesantes.
Trato de relajarme y bebo en pequeños sorbos la copa de champaña que me acaban de ofrecer. Está fría y las pequeñas burbujas me recuerdan que estoy de vacaciones, hora de relajarme y sentir placer, olvidarme de todo y de todos.
Sin embargo, no puedo dejar de pensar en todas las cosas que han quedado por concluir en casa. La cita con el banco, revisar el horario de actividades de Alberto, ayudarle a Jose a buscar nuevo apartamento, pintar mi apartamento, la cita anual con la ginecóloga; en general esa rutina que llena mis días.
Mi vida no es del todo aburrida, pero es bastante estructurada y dentro de esa estructura casi previsible, está mi increíble grupo de amigas con las que me reúno para almorzar cada semana.
Me llamo Alexandra y desde hace 12 años vivo en Panamá, el hogar del famosísimo canal que une el Atlántico con el Pacífico.
Mi grupo de amigas con el cual me reúno una vez por semana para almorzar y compartir las historias de nuestras vidas es muy variado.
Algunas las conozco hace más de 12 años, otras fueron llegando por el camino de las que ya conocía. Estos almuerzos semanales llevan ya 8 años realizándose. A veces nos encontramos todas, a veces somos solo 2 o 3, pero no hay un mes que pase sin vernos.
Mi amiga más cercana es Luz, a Lucy, como le decimos cariñosamente, la conozco hace muchísimos años, nos unen amigos en común y muchos seres cercanos. Lucy es la más asertiva de nuestro grupo. Se graduó con honores de la escuela de Leyes del Externado en Bogotá, Colombia, allí la conocí durante un intercambio estudiantil. Trabajó durante muchos años como asesora legal del canal y fue así como conoció a su esposo, luego de un tórrido romance de apenas unos meses, se casaron y vinieron a vivir a Panamá, ciudad donde varios años después acabaríamos por encontrarnos.
Ella habitualmente dice lo que piensa, es directa y como buena abogada no le teme a nada, Lucy está casada con Camilo, un hombre simpatiquísimo, dicharachero, excelente anfitrión y un maravilloso cocinero, además es muy bien parecido y las mujeres siempre le están coqueteando.
Luego está Catalina, quien vivió y estudió conmigo en la universidad. Estuvimos viviendo un año en París. Cata es la típica mujer ejecutiva, dejó de lado su vida personal para construirse una carrera. Es exitosa, organizada, una gran profesional. Trabajó como asesora del ministerio de la cultura y actualmente es la gestora de importantes festivales en nuestro país, estuvo soltera muchos años y creímos que no tenía ningún interés en casarse… por lo menos no por mucho tiempo. Su trabajo la trajo de casualidad a Panamá.
Linda es la más fiestera y la más creativa. Linda es la perfecta anfitriona y ama de casa. Siempre sus reuniones son las más espléndidas, además es una mujer alegre y generosa. Es experta en las artes culinarias, las cenas en casa de Linda siempre son exquisitas, llenas de detalles, con mesas fragantes adornadas con flores, platos deliciosos con sabores exóticos y sofisticados. Linda sabe bordar, tejer, hace macramé, pinta, esculpe, en fin, una verdadera artista. Linda está casada con un importante constructor que además de ser un exitoso empresario, se muere de amor por nuestra amiga.
Roberta es la voz de la conciencia y la más vanidosa. Alta y delgada como una modelo, pasa sus mañanas en el gimnasio, solo se alimenta con comida saludable y en lo posible orgánica. Las tardes las dedica a hacer traducciones para diferentes empresas multinacionales. Roberta está casada con un norteamericano de California, Allan es un verdadero amor y solo hasta hace 4 años llegaron a vivir a mi ciudad de donde ella es originalmente. Nos conocimos cuando regresó a Panamá y nos presentó Lucy en una cena de bienvenida.
Sofía, quien es un amor de mujer, es nuestra amiga multimillonaria. Su marido falleció después de 20 años de matrimonio, un hombre mucho mayor que ella, quien dedico su vida a complacerla, nunca pudieron tener hijos y tomaron la decisión de quedarse solos y no adoptar, al morir le dejo una incalculable fortuna, Ricardo era petrolero y Sofía heredó cientos de campos de petróleo en Texas. Incluso creemos que es socia de la Texaco. A Sofía no la vemos mucho, ya que su vida de Jet Set la mantiene muy ocupada, ella siempre está viajando de un lado a otro en su flamante jet privado, haciéndose cargo de los negocios y de sus múltiples compromisos sociales. Cenas con presidentes, desfiles de moda en París, catas de vino en la Toscana, una vida de lujos y fantasías. En este viaje uno de los planes que me llenan de ilusión es estar con Sofía en una de sus fabulosas villas.
Adriana es mi compañera de universidad, mi cómplice desde escapadas de clases hasta escapadas de novios… Con Adri me veo en otros momentos, ya que vive en Bogotá y no tenemos muchas oportunidades para compartir.
Finalmente, estoy yo, ¿Cómo soy yo? Siempre estoy reinventándome, vivo obsesionada con mi peso, y soy la organizadora social. Este selecto grupo para el almuerzo todos los miércoles es mi creación. Ellas son el oasis dentro de mi rutina. La terapia del día a día.
El avión comienza a carretear buscando la pista que le corresponde, puedo observar que mi compañera de fila está bastante más nerviosa que yo, no sé si mi tranquilidad se deba a la pequeña dosis de alcohol que acabo de ingerir o simplemente estoy más relajada… Para complementar necesito ir al baño, estoy que me orino y hasta que no despeguemos tendré que aguantar un poco.
Trato de cambiar de pensamiento, relajarme para no orinarme, así que me fijo más en mi vecina de viaje.
Como la siento nerviosa me siento obligada a entablar conversación:
-Hola, ¿Cómo estás?
-¡Nerviosa!
-¿Por qué? Si este es el medio de transporte más seguro. (¡Ja! Ni yo me lo creo).
-¡Es la primera vez que me monto en un avión!
Me aguanto las palabras que quieren salir alborotadas galopando de mi boca, en una fracción de segundo pienso ¿La primera vez? No lo puedo creer, esta mujer no perece una persona que nunca hubiese montado en un avión, ¿Cómo es que la primera vez que un ser humano se mete en un aparato de estos es para someterse a 11 horas de angustia!? Quiero saber más de esta mujer, pero no sé cómo meterme a su vida.
Sigo con la conversación.
-Yo también le tengo miedo al avión, pero hoy me siento muy tranquila porque sé que es muy seguro, este es un vuelo largo, pero fácil, además estamos con una gran aerolínea, así que no hay nada que temer.
Tomamos velocidad y comenzamos a elevarnos sobre la ciudad, mi compañera que va del lado de la ventanilla se agarra con fuerza de los brazos de la silla, con algo de cautela abre los ojos y mira maravillada como la ciudad se aleja y se hace todo cada vez más pequeño.
-Qué maravilla no pensé que se veía así, todo tan chiquitito…
-Sí, ¡así es! Es por la distancia, a medida que nos alejamos todo se achica.
El avión se nivela, y yo trato de acomodarme mejor y relajarme más.
-Mucho gusto, me llamo Alexandra
-¡Yo soy Adelaida! ¿Te gusta el avión?
-Para ser sincera no es lo que me gusta, sino lo seguido que me monto en un avión, más de lo que quisiera, pero no creas que estoy acostumbrada. Yo también le tengo mucho miedo. ¿Cómo vas por ahora?
-¡Superbién! Hasta ahora ha sido una experiencia divertida, confieso que estaba un poquito asustada, pero ya se me pasó. ¡Cuéntame de ti! ¿A qué te dedicas?
-Básicamente, soy mamá y esposa, tengo dos hijos, uno acaba de ingresar a la universidad, acaba de comenzar, tiene 18 años, el mayor tiene 24 años, ya se está independizando y voy precisamente a encontrarme con mi esposo en París. ¿Y tú?
-Yo soy ingeniera industrial, acabo de graduarme de una maestría. Voy a conocer a mi novio….
Una vez más aguanto mis palabras, me pregunto… ¡Que qué! ¿Entendí bien o me estoy quedando sorda por la presión? ¿Cómo así que va a conocer al novio?
Como si esta chica pudiese leer la mente o seguramente por la expresión de mi cara, continúa diciendo:
-Lo conocí por internet, pero no lo he visto todavía en persona. Llevamos chateando y comunicándonos más de 6 meses.
-Pero imagino que lo has visto en fotos.
-Claro que sí y en la cámara, pero las cosas en persona seguro son diferentes.
Me quedo en silencio pensando cómo han cambiado las cosas.
-Tengo una amiga que conoció así a su marido.
Hace varias semanas en uno de nuestros almuerzos…
Luego de ponernos al día en lo cotidiano de cada una, Cata, la eterna soltera de nuestro grupo, anuncia que se casa.
Lógicamente, todas quedamos atónitas… En coro queremos preguntar de todo.
_ ¡Cómo es eso que te casas!
_ ¿Con quién?
_ ¿Desde cuándo tienes novio?
_ ¿Cómo y dónde se conocieron?
_ ¿Cuándo te casas?
_ Chicas, chicas, tranquilas una a la vez. No les había contado nada porque sabía que no lo iban a entender, pero las cosas han ido tan rápido que llegó la hora de contarles todos los detalles.
¡Cuenta ya! Exclamamos todas en coro,
-Bueno, se llama Steven, es canadiense, es divorciado, no tiene hijos y es ingeniero aeronáutico, tiene 62 años y lo conocí a través de un servicio de Internet…
-¡QUE QUÉ! ¿CÓMO?
-No me abran los ojos de esa manera, y traten de colocarse en mis zapatos... Tengo 58 años, aún no me he casado, ni la primera vez. Ya no conocí al “amor de mi vida”, ¿qué se supone que debería hacer? ¿Esperar por el resto de mi vida a mi “príncipe azul”?
¿O ser la tía solterona de todos sus hijos? ¡Pues No!
¡Me caso con Steven y ya está!
Creo que todas estamos impactadas por la realidad que está describiendo nuestra querida amiga, es casi imposible conocer una pareja decente y dispuesta a algo serio después de cumplir 40 años. Es como si las mujeres nos convirtiéramos automáticamente en unos seres indeseables, salidos de un pantano.
Después de un largo silencio, Roberta se aventura a preguntar…
-¿Estás segura de que no quieres convivir con él un tiempo, antes de tomar esa decisión?
Al escuchar tan oportuna pregunta, me pongo a meditar sobre la convivencia, no es que quiera ser aguafiestas, pero veamos:
Convivir es un tremendo compromiso, ante todo debes estar dispuesto a ceder en un montón de cosas. El verbo ceder no es el verbo más simpático que existe, sobre todo cuando toca conjugarlo en primera persona.
Yo cedo, yo cedí, yo cederé, yo estoy cediendo...
¡No! No es fácil
Si hacemos una lista sencilla, el panorama se vuelve aún más desolador, para ilustrar mejor las cosas procedemos a darle a nuestra querida amiga una mirada de lo que puede ser la realidad.
-Manuel, por ejemplo, tira la toalla mojada sobre la cama. Me puede matar de la ira, así no más la tira, lo que es peor es que no la tira del lado donde él duerme, sino de mí, lado.
-A Camilo le gusta dejar el lavamanos lleno de pelos después de afeitarse. Es un asco y por más que le digo que lo limpie es como si el señor fuera sordo. O más bien es un sordo selectivo.
-¡Eso no es nada! Allan tiene problemas de puntería y deja siempre el baño salpicado.
-Deberías pedirle a Linda que le borde un letrero en punto de cruz que diga:
“¡ORINA DESPACIO, ORINA CONTENTO PERO, ORINA ADENTRO!”
No podemos contener la risa,
- Yo en la casa de Paitilla tenía dos baños en la alcoba principal, uno para mí y otro para Ricardo. Uno siempre debería tener el baño aparte del marido.
- ¿Y qué me dicen de la ropa tirada por todo el cuarto? Manuel deja todo tirado, es como un niño chiquito. Se nota que su mamá se la pasaba recogiendo todo el tiempo. La otra noche, me levanté por un vaso con agua y casi me mato. ¡Me tropecé con uno de sus zapatos y por poco acabo en el hospital!
-No me lo van a creer, pero Camilo, cuando estamos en la puerta ya listos a salir, se devuelve al baño a hacer popó… Por si le dan ganas. ¡Como si no existieran más baños!
Porque una ayuda tecnológica siempre es útil para encontrar marido...
Y el tema del baño, ¡insisto! ¿Qué les pasa a los hombres con el baño? Es como si fuese un trono donde se sentaran a realizar audiencias. La otra noche salimos en pareja con Manuel y Alex al restaurante del chef Adrián, la cena estaba deliciosa, ese restaurante es uno de los más visitados de la ciudad. No sé si es por la comida o por el ambiente. Lo que sí es seguro es que estábamos en el lugar de moda del momento.
En la mesa de al lado nuestro estaban 2 modelos de esas que solo generan envidia. Acompañadas por 3 ejecutivos que no paraban de adularlas y manosearlas...
Nosotras queríamos mirar de forma explícita. Pero nos daba vergüenza ser tan obvias, así que dejamos de observar y nos concentramos en el menú.
¿-Qué pidieron?
Nos definimos por una pizza de langosta, una burrata con nueces al caramelo y balsámico, sobre una cama de lechugas, un lomo con champiñones y mantequilla Avellaneda y papas fritas. Todo para compartir.
Estábamos felices hablando de Juan…
¡Juan, que se asoció con una gente muy importante de Escocia para invertir en un desarrollo turístico de unos campos de golf!
Y…
¡Pues que aparentemente los dichosos desarrollos contaban con socios de regular procedencia! ¡Ahora resulto involucrado en un pleito con unos ciudadanos cuestionados y les acaban de quitar la visa americana a toda la familia!
Ay no, que angustia. ¿Cindy que estaba pensando en mudarse a Miami? ¿Y ahora?
¡Grave!
¿Será que todos estamos expuestos a una cosa de esas?
Él ha sido muy exitoso en los negocios. No entiendo cómo se metió en ese problema.
Crees que no sabía o se hizo el tonto y vio una oportunidad...
¿Será que la ambición lo llevo a meterse en ese terreno pantanoso?
¡Cindy es de alto mantenimiento, entre los zapatos, las carteras y las joyas le toca a Juan tener un buen presupuesto y eso sin contar las cirugías y el pilates! Ja, ja, ja
Les sigo contando a mis amigas de nuestra aventura en chef Adrián…
Después de un pan delicioso hecho en casa y caliente, llego nuestra deliciosa comida, Comenzamos a compartir nuestro delicioso menú, pedimos el postre y Camilo anuncia que nos deja esa tarea mientras va al baño y de paso nos encarga un café.
Son tantas las posibilidades de café que ni sabemos qué pedir.
Entre el machiato, el espresso, el Capuchino, y él late nos decidimos por un americano. Ja, ja, ja.
Pedimos el postre y el café, seguimos en nuestra conversación. Camilo se demora en el baño como 25 minutos y ya comenzamos a preocuparnos
¿Será que le cayó pesado?
¿Estaba haciendo número 1 o número 2?
¡Linda que asco! Qué comentario.
Yo raramente puedo ir en un restaurante. Ni siquiera en un baño desconocido.
Huy, no, yo si no arriesgo una tripa menos mi intestino. ¡Yo cago en cualquier lugar!
Camilo aún no sale y ya han pasado más de 30 minutos. Incluso una de las modelos de la mesa vecina ha tratado 2 veces de entrar al baño sin lograrlo.
Linda se para a ver si algo le pasó. Estaba muy demorado, ya era muy extraño
Cuando va a ir a buscarlo, Camilo, llega a la mesa muy pálido y muy congestionado.
Le preguntamos:
¿Qué te paso? ¿Estás bien?
Entonces declara con extrema urgencia y cara de angustia.
¡Nos tenemos que ir ya mismo! ¡Párense que nos vamos ya!
¿Pero qué paso? ¡Acabamos de pedir la cuenta, mi siquiera te has tomado tu café!!!
¡Vámonos! ¡Vámonos ya!
¿Pero qué paso? ¿Cálmate, siéntate y cuéntanos qué paso?
¡No! ¡No puedo! ¡Me tengo que ir!!!
¿Pero y es que acaso te cagaste?
Camilo fulmina a Linda con la mirada y con mucha vergüenza confiesa
No solo cagué. ¡Tape el baño!
¿Que qué?
¿Cómo así? ¿Pero lograste bajar el agua?
¡No! ¡Y para rematar se desbordó!
¡Vámonos ya antes de que alguien se dé cuenta!!
Nos paramos como unos resortes y pagamos en la caja. Salimos inmediatamente con
la angustia y la vergüenza de ser descubiertos por haber tapado el baño del restaurante de moda. ¡Convencidos que se nos prohibirá la entrada si se evidencia qué!
¡Fuimos uno de nosotros!
Las carcajadas de mis amigas hoy al almuerzo no paran, Cata se ve aterrada.
No se rian, fue tan bochornoso que no volvimos más nunca al restaurante y bien bueno que era. Declara Linda.
-Esa historia no es nada, Pablo de pasarse horas en el trono leyendo le salieron hemorroides, el pobre tuvo que ir al médico a hacerse un examen de próstata y casi se muere del dolor.
¿Se imaginan? ¡Con hemorroides!
-Imagino que el médico mínimo le dio un besito.
-Lucy, ¡por favor!
-Solo a ti se te ocurre decir una locura como esa.
Otra realidad de la convivencia es, que tenemos que convertirnos en detectives profesionales o por lo menos montar un servicio de objetos perdidos, para atender la eterna cantaleta del marido…
- ¿Dónde está mi celular? ¿Quién tiene mi celular? ¿Dónde escondiste mi celular?
-¿Dónde me pusieron los papeles? ¿Por qué me esconden los papeles? ¿Por qué la muchacha limpia mi mesa?
-¿Dónde está mi gorra de béisbol, dónde la metieron, para qué me la lavan?
-¿Dónde quedaron las llaves del carro, quién las cogió?
-¿Dónde pusieron mis camisas, dónde las metieron, por qué no tengo camisas?
Generalmente, estas cosas siempre están al lado o en frente del despistado y muy desesperado marido…
- A Manuel se le pierden las medias… No sé qué pasa, pero nunca se pierden completas, siempre se pierde una sola.
- A Pablo le pasa lo mismo.
- Me pregunto a dónde van a parar todas esas medias…
- Debe haber un banco con todas las medias de todos los maridos del mundo. Esperando cuando se mueran para ser reclamadas.
Sí, convivir no es fácil.
-Y ¿qué dicen de compartir la cama? ¿A qué tonto se le ocurriría semejante idea? Mi cama era una superking size de 2.20 metros X 2.00 metros, Ricardo la mandó a hacer especialmente al hermano de Roberta, era enorme esa cama y con todo y eso Ricardo y yo no cabíamos. Yo siempre acababa en una esquina con el codo de mi difunto marido encima de mí. Siempre en el borde y sin cobijas.
No podemos para de reír con todas las locuras que hemos compartido entre nosotras, pero La pobre Cata está callada, con cara de terror. Posiblemente, está haciendo cábalas de cómo será la convivencia con su canadiense de 62 años…
-¿Pero estoy segura de que hay cosas lindas dentro de la convivencia? Se arriesga a comentar.
Sin poder contener la risa y con suavidad, le aseguramos que las cosas no son tan difíciles.
Lucy como siempre con algo de chispa le dice
-Tranquila, Cata, ¿qué es lo peor que puede pasar? Pues que te devuelvas de Canadá divorciada. Te aseguro que es mejor ser divorciada, que ¡solterona! Ja, ja, ja
Ordenamos el postre y Cata con un poco de vergüenza nos cuenta que por ahora se van a encontrar en Nueva York, para conocerse.
Increíble, mi amiga, la superejecutiva está metida en una relación con un tipo que todavía no ha visto en persona.
Me pregunto ¿a qué hora todo cambio tanto que ya hasta para conocer al marido toca utilizar el internet?
-¿Cuándo viajas?
-Este sábado…
-¡Qué diablos, Cata! Lánzate de repente, te resulta así es la vida moderna. El mundo cambió antes y después del internet.
-Pues ya tengo el pasaje, ya me lancé, no puedo echarme para atrás.
¿O sí?
Pagamos nuestra cuenta y con un poco de angustia y mucho interés por el futuro de Cata, nos despedimos. Sabiendo que la soledad es una difícil compañera y deseando de manera tácita que este sea el príncipe azul de nuestra querida amiga.
¡Después de escuchar a esta joven mujer, contarme todo sobre su novio por internet y acompañarla en su primer despegue en avión, estoy en un punto que ya no doy más!
¡El avión ya ha tomado suficiente altura, así que es hora de correr al baño! ¡Afortunadamente, han apagado las señales de ajustar el cinturón, me paro y comienzo a caminar hacia la parte delantera tratando de contener ese deseo que ya es imposible de controlar! ¡Incluso me muevo despacio, no sea que sufra un accidente!
Cuando por fin llego al baño me doy cuenta de que está ocupado. ¡Trato de ser paciente y asumo que no se demorara gran cosa la persona que llego antes que yo, hago ese baile de la desesperación mientras que espero, 1 minuto, 2 minutos, 5 minutos y el ocupante no sale!
¡Que puede estar haciendo que se ha demorado más de 7 minutos, yo estoy que me exploto y en este estado ya no puedo ir hasta los baños de atrás! ¡No llego!
Desesperada tímidamente golpeo. La asistente de cabina se acerca y me pregunta si está todo bien, le explico mi situación y ella de forma más contundente golpea la pequeña puerta del baño.
No hay respuesta, entonces saca un llavecita y la introduce para abrir la puerta…
¡Inmediatamente, un hombre grita, está ocupado un momento! ¡Yo reclamo que ya lleva más de 15 minutos en el baño! ¡El hombre vuelve a replicar un momento, por favor! ¿Será que está enfermo?
La asistente le pregunta si está bien y él solo contesta afirmativamente. ¡Pasan 5 minutos más cuando por fin se abre la puerta del baño! ¡Un muchacho joven con su novia! ¡Decidieron estrenarse en el club de las altas millas! Todo es supremamente bochornoso.
No me quedo a escuchar todo el desenlace de este suceso porque donde me quede me orino.
Cuando salgo, ya aliviada, regreso a mi asiento sin saber en qué concluyo esta experiencia, pero sí con la certeza que hay personas muy atrevidas y sin nada de pudor.
Me siento y cierro los ojos, me coloco los audífonos para escuchar algo de música, no sin antes indicarle a mi compañera de silla cómo funciona el equipo de entretenimiento a bordo.
No sé si es mi naturaleza amigable o si hay una tacita necesidad por agradar, pero casi siempre me siento responsable de ayudar a otros.
Estoy un poco incómoda debido a la pelada que me dieron ayer en la tarde… ¿A qué clase de idiota se le ocurrió que las mujeres debíamos depilarnos el sexo?
Tuvo que ser un hombre porque a una mujer así no más nunca se le hubiese pasado por la cabeza semejante tortura. Y pensar que Lucy se hizo láser. ¡No! ¡Qué horror!
Me acomodo y cierro los ojos a ver si durmiendo se me pasa la irritación. No puedo dejar de pensar en mi última cita ginecológica.
Esa tarde espero que mi flamante ginecóloga no esté demorada.
Una vez cada año tengo que someterme a esta rutina, más parece un encuentro social que la sala de espera de un consultorio médico.
Aquí está sentada la crema y nata de la sociedad panameña femenina, todas pacientes de la doctora Luisa Fernanda Vélez, todas vestidas con el último grito de la moda, adornadas con los mejores accesorios, todas esperando pacientemente a ser atendidas en lo que bien podría denominarse la consulta más costosa de ciudad de Panamá, 480 dólares para ser más específicos. La doctora, lógicamente, no acepta póliza de seguros médicos.
Llevo más de hora y media esperando que me atiendan, a pesar del café gourmet que ofrecen sus asistentes y la charla animada entre las otras mujeres, yo ya estoy desesperada...
Hora y media más de espera y me llaman.
-La señora Alexandra Weiz, por favor siga
Entro a lo que parece un centro de ensamblaje, en el primer cubículo me toman la presión, me pesan y me toman la temperatura, todo de manera rápida y eficiente.
Luego, paso a otro cubículo donde me pregunta la enfermera asistente si me voy a practicar el Papanicolaou, asiento con la cabeza y la joven procede a entregarme una bata y darme las instrucciones de rigor:
-Recuerde desnudarse toda, colocarse la bata con la apertura para adelante y puede esperar a la doctora que ya viene.
-Gracias.
La doctora entra como de costumbre cargada de papeles y con lo que asumo es mi historia clínica.
-Hola Alex, qué pena hacerte esperar, pero hoy tuve en la mañana dos partos y me he atrasado un poco.
-Tranquila doctora, no tengo afán. (¡No qué va! Me provoca matarla, pero no soy capaz de decir nada).
Sentada sobre la camilla espero que me indique cómo proceder, sé exactamente lo que tengo que hacer, pero lo encuentro tan desagradable que siempre espero a que me indique.
-Estoy viendo tu historia clínica y veo con preocupación que te estás engordando mucho. ¿No has pensado en hacer dieta?
(¡Es en lo único que pienso vieja bruja! ¿Qué le pasa a esta señora? ¡Qué pregunta es esa!)
-Pues claro que sí, pero me queda muy difícil, además he notado que por más dieta que haga me es difícil perder peso…
- ¿Y ejercicio?
-Estoy caminando, pero tal vez podría aumentar la intensidad. (Aunque me moriría de la flojera)
-Bueno, por ahora no te preocupes, ahora miramos qué exámenes endocrinológicos te solicito, ahora recuéstate y relájate, déjame ver cómo están tus senos.
Cumplo con lo que me indica, obviamente que la parte relájate me resulta imposible.
Luisa Fernanda me realiza el examen táctil de rigor, presionando y husmeando en busca de una masa, no sé por qué, pero esa parte del examen me produce terror.
-Perfecto, estás muy bien; sin embargo, necesito que te realices una mamografía de control, ya estás en edad de que comencemos a tener esas imágenes, sabes que a medida que envejeces tendrás que hacerte regularmente una mamografía… así que comencemos por lo pronto con una de referencia.
(¡Esta señora me ha tenido en la sala de espera más de tres horas y ahora que me atiende me dice, gorda y vieja, en menos de 20 minutos!)
-Claro, entiendo.
-Ahora Alex voy a llamar a la enfermera para que nos acompañe a realizarte el examen ginecológico y te ordene el laboratorio de la citología.
Fernanda llama a su asistente quien aparece con los recipientes para la muestra que me van a tomar. Por ley tengo entendido que la doctora está en la obligación de realizar ese examen en compañía de otra persona.
-Por favor, sube las piernas en los estribos y ruédate para abajo.
Esta es la parte más desagradable de este examen, uno desnudo, completamente expuesto y abierto como un pollo. ¡Qué fastidio!
-Bájate más y relájate, a ver, relájate que voy a introducir los espéculos… Eso es, tranquila que estoy tomando la muestra, a ver… Muy bien, déjame, te reviso bien, a ver… Alex, ¿alguna vez has pensado en un rejuvenecimiento vaginal?
(¿Escuché bien? ¿Cómo? ¿Esta señora me está vendiendo servicios estéticos para la zona más íntima de mi cuerpo mientras me tiene expuesta como un pavo siendo rellenado, especulo adentro?)
-Eh, pues no sé, no, nunca lo había pensado.
Afortunadamente, el examen termina y yo vuelvo a una postura decorosa con mis piernas bien cerradas.
-Ve a vestirte y te espero en el despacho.
No sé ni que pensar esta doctora está loca. ¿Cómo me va a proponer tamaño procedimiento? ¿Qué le pasa? Hasta donde yo sé, mi marido está muy contento con mi apariencia vaginal.
Sigo a su despacho, profundamente mortificada y agredida en lo más íntimo de mi ser.
Ya protegida por mi ropa, me siento en el despacho, con las piernas bien cruzadas y la doctora me entrega un folleto.
-Aquí está toda la información del rejuvenecimiento, como bien sabes las mujeres maduras como tú pierden elasticidad en esa zona debido a bajas hormonales y a los partos… entonces mediante cirugía y láser reconstruimos parte de la musculatura y así le devolvemos la elasticidad y la firmeza, además de mejorar la apariencia.
¡Me quiero morir! ¡Quiero salir corriendo! Me siento indignada en mi condición de mujer. ¿Qué le pasa a esta loca? ¿Desde cuándo ya no tenemos derecho ni para que nuestros genitales envejezcan dignamente?
La doctora continua.
-Podrías darle esa sorpresa a Manuel… ¡Un regalo de aniversario! Incluso si lo deseas podemos reconstruirte el himen…
¡No me joda!
¿Qué carajos es esto?
¿Para qué diablos quisiera yo volver a ser virgen?
Esto es mucha locura, ¡me quiero ir ya!
-Bueno, aquí tengo la información, -Déjame pensarlo y lo seguimos conversando… (Yo donde está loca no regreso)
-¡Perfecto! Aquí tienes la orden para unos exámenes de laboratorio y este es el médico nutricionista que quisiera que visitaras, también aquí tienes el número de la orden de tu citología para que mañana lo consultes por la página web, la orden para la ecografía y quedo pendiente a que revises el folletico que te entregué.
Tratando con mucho trabajo de disimular, me paro como un resorte, me despido y salgo despavorida. Menos mal, que la consulta se paga antes de entrar porque no resisto medio minuto más en esta oficina.
Salgo agitadísima y un poco confundida…
¿Qué fue eso? ¿Será que de veras preciso un rejuvenecimiento vaginal con o sin blanqueamiento y reconstrucción de himen? Miro el folleto y con solo leer el título me provoca náuseas, lo guardo, saco el celular y le marco a Lucy, necesito contarle este cuento a alguien.
-Lucy, hola es Alex, ¿estás ocupada?
-No, nada estoy en casa, cuenta ¿dónde andas?
-Saliendo de la ginecóloga… Me pasó algo horrible.
- ¡No me digas más! ¿Te apuesto a que te ofreció el dichoso rejuvenecimiento vaginal?
-Si… ¿Cómo sabes?
-Se lo ofrecen ahora a todas, relájate hasta a mi hija, Denisse, que solo tiene 28 años, se lo ofreció, esa vieja es un mercachifle, no pongas atención, no te obsesiones y olvídalo, tú no necesitas eso.
La conversación con mi querida amiga sigue por 20 minutos.
Qué alegría hablar con alguien sensato como ella, saco el folleto de mi cartera y lo tiro a la basura, busco mi carro y salgo mucho más tranquila del edificio, agradecida con mi amiga que me ha calmado después de pasar esta horrible experiencia.
Bendita mi amiga Lucy.
Pasa más o menos una hora y la voz cacofónica de una de las auxiliares de vuelo me saca de mis sueños, en 10 minutos comenzará el servicio para la cena.
Abro los ojos, me desconecto del sistema de entretenimiento y coloco el espaldar de mi silla en posición vertical, saco la mesita y veo que Adelaida está un poco desorientada…
-¿Estás bien?
-Si claro, es que no he podido encontrar la mesita, hasta ahora descubro que estaba escondida en el brazo de la silla.
-A claro, entiendo. ¿Cómo vas? ¿Lograste entretenerte algo?
-Sí, vi una serie de televisión.
-Excelente, así se le pasan a uno las horas. Ahora después de la cena miramos una película y luego dormimos un rato y para el desayuno estaremos aterrizando en París.
La auxiliar de cabina nos ofrece un aperitivo, y los menús para elegir nuestra cena: Mousse de salmón ahumado, ensalada verde con salsa de crema, medallones de lomo acompañado por papas dauphine y espinaca al vapor, cremme brulle, selección de frutas y quesos. Todo debidamente acompañado por sus respectivos vinos. Para aquellos que no deseen comer carne, timbal de vegetales con queso o pollo en vino. Solo los franceses son capaces de semejante menú a 35000 pies de altura. Tengo que reconocer que en la clase turista plus la comida es más exquisita y mejora la selección de vinos.
-No sé qué ordenar… ¿Qué me sugieres?
-Pues yo me voy con la carne. No sé si quieras acompañarme…
Ordenamos carne para las dos, y nos dejamos guiar por la auxiliar en el vino seleccionado para acompañar nuestro menú. 15 minutos después llega nuestra comida. Está presentada con toda la gracia de un restaurante superior. Individual de lino, vajilla de porcelana, servilleta de tela, cristalería fina y cubiertos de verdad.
Afortunadamente, no se parece en nada al restaurante macrobiótico donde almorzamos hace 4 semanas.
Lucy está decidida a bajar de peso una vez más. Así que nos obliga a probar un restaurante macrobiótico que acaban de inaugurar: el Green Garden.
-No entiendo cómo nos dejamos convencer de almorzar en este lugar. Parece un
Garaje con mesas y sillas. Me imagino el menú. Linda está claramente molesta por la
última selección gastronómica de nuestra amiga
-Imagínate mejor la cocina.
-Linda, por favor, ya de por sí no me provoca nada.
Lo cierto es que no quiero pelear, pero no se ve muy limpio y menos apetitoso, pero
entiendo a Lucy, el tema del sobrepeso es muy complicado de llevar, más cuando
luchas y aparentemente no avanzas.
Linda tiene razón, el sitio no se ve muy agradable que digamos. Las 4 mesas que hay están acompañadas por sillas desvencijadas, manteles de plástico y unas desteñidas rosas de tela como centro de mesa. Sin embargo, tratamos de no mirar más y solicitamos la carta. La mesera con un poco de vergüenza nos informa que no manejan una carta, solo tienen 3 platos para escoger. Trigo en hamburguesa con brotes de alfalfa y ensalada, espinaca salteada con ajo, tofu a la parrilla y croquetas de lentejas al curri con arroz integral.
Todos los platos acompañados por ensalada de fruta, té de hierbas y yogur.
-¿Qué vas a ordenar Alex?
-No tengo ni idea. Sabes que no como gluten, así que imagino que me iré por la
Espinaca.
-Yo voy a ordenar las croquetas.
-Yo también.
Poco a poco acabamos todas seleccionando nuestra comida y nos concentramos en los sucesos de la semana. Roberta toma la palabra
-Antes de entrar en otros detalles quiero contarle a Lucy la historia de Patricia.
-Patricia era una mujer sana, de 25 años, que conocí cuando vivía en California, teníamos en común que las dos acabábamos de tener bebé y estábamos desesperadas por perder el peso que habíamos adquirido durante el embarazo.
Como estábamos en el mismo barco, decidimos fortalecernos la una a la otra. Nos armamos de la dieta de moda y nos inscribimos en un gimnasio.
Para ella era difícil, ya que no estaba acostumbrada a ir al gimnasio, ni a comer de manera limitada. Sin embargo, se mantuvo en la dieta por varios meses, al cabo de los cuales perdió muchísimo peso, comenzó a verse de maravilla.
-Me estás aburriendo Roberta. ¿A dónde vas con este cuento? Le reclama muy irritada
Lucy
-Cálmate y lo sabrás.
Lucy muy enervada trata de prestar atención, nosotras no decimos una palabra.
-Hace unos meses me encontré con Patricia en un supermercado, estaba más gorda de lo que yo recordaba, había fracasado... Le pregunté, ¿Patri, qué te pasó? Me contó que a pesar de seguir luchando y visitar un gimnasio con cierta regularidad, se había dado cuenta de que le había sido imposible mantenerse con aquel régimen alimenticio tan limitado. Habían pasado 10 años, y 10 años es mucho tiempo para estar privándose de todo.
Las dietas no sirven, porque son precisamente eso, regímenes controlados de alimentación que te invitan a hacer cambios que para la gran mayoría son imposibles de mantener en el tiempo.
-Es cierto. Cuando comienzas una dieta, tu motivación está en un pico alto, y a medida que logras controlar tu propio instinto por satisfacer el placer que te produce comer, te sientes poderosa y esta sensación alimenta más tu motivación y es ahí cuando ves que funciona y ves como pierdes peso. Agrega Cata.
-Pero, ¿qué pasa cuando comienzas a estancarte? ¿Qué pasa cuando tus instintos son más poderosos que tu “voluntad”? ¿Qué pasa cuando tu propia biología comienza a protegerse del cambio fisiológico que está ocurriendo?
-¡Pues que te mamas y comes! ¿Qué más va a pasar? Reclama Lucy muy impaciente…
Pon atención que Roberta está inspirada.
Roberta continua con su disertación…
-Necesitas saciarte, tu propia biología busca regresar al equilibrio, comienzas a comer, integras aquello que habías limitado o dejado y los kilos regresan.
Entonces la frustración te lleva a buscar aquello que te reconforta, que sabes que está ahí siempre para ti, la comida. Regresas al punto de partida y todo vuelve a comenzar.
-Roberta, ¿a dónde quieres llegar con tu disertación? ¡Me estás aburriendo!
Lucy le tuerce los ojos y Cata, que ha estado muy atenta, continúa diciendo:
-No sé si saben que el mundo occidental está frente a una verdadera epidemia de obesidad. Más del 74% de la población americana sufre por exceso de peso. Es la enfermedad que más vidas cobra en occidente.
La obesidad está ligada a infartos, cáncer, enfermedades cerebro vasculares, e hipertensión. Sin embargo, y a pesar de conocer estos datos, cada día hay más gente que padece esta condición.
-Si colocas en cualquier buscador de Internet la palabra dieta, te aparecerán alrededor de 36. Millones de resultados. Sin embargo, la epidemia continúa creciendo. ¿Por qué si la solución es tan fácil como la industria de las dietas la pinta, el 74% de la población americana no ha sido capaz de reversar esta epidemia?
-¿Será que todos padecemos de un severo impedimento en nuestra voluntad? ¿O será que todos somos excesivamente comelones? ¿Tal vez es que nos falta a ese 74% de la población occidental, la suficiente disciplina? ¿O no será más bien que el enfoque general ha sido distorsionado y la industria de las dietas es, simplemente eso, una industria que hasta el momento no ha logrado ofrecer verdaderas soluciones?
Lo que dice Roberta es verdad, la industria de la dieta, mueve en el mundo alrededor de 60 billones de dólares al año entre suplementos, píldoras mágicas, libros de dieta y productos alimenticios. Y si le sumamos lo que se gasta en gimnasios y cirugías, podríamos hablar de una cifra cercana a los 120 billones de dólares al año.
La mayoría de las personas que participan en un programa para reducir peso recuperan alrededor de 1/3 del peso perdido durante el siguiente año y regresan al peso en el que comenzaron el régimen, al cabo de tres a cinco años. Esta es una información producto de una concienzuda investigación científica, bastante desalentadora pero realista.
-¿Y entonces qué sugieres que haga? Ya ni la ropa me queda. Camilo prácticamente ni me mira, hasta olvidé cuando fue la última vez que tuvimos sexo. Él está cada día más guapo y yo me voy convirtiendo en una vieja jamona. ¡Me miro en el espejo y ni me reconozco, perezco más su mamá que su esposa! Además, recuerda que soy 3 años mayor! Para ti es muy fácil, tú eres naturalmente delgada y alta, pero mírame a mí y mira a Alex, ¡chaparras y bien gorditas!
-A mí no me metas en tu rollo de esta nueva dieta. Yo por lo pronto estoy tranquila tratando de aceptar mi cuerpo y mi peso (cosa que hasta ahora ha sido imposible)
-¿Qué tiene que ver que seas mayor?
-Tú sabes como es eso, el tabú alrededor de un hombre más joven no es lo mismo que un hombre con una jovencita. Dice Cata
- ¡Así es! ¡Un tipo con una niña y sus amigos lo admiran, se retuercen de la envidia y las fantasías son completas! ¡En cambio, a nosotras no se nos permite ese privilegio de estar con un hombre más joven! ¡Nos miran como unas enfermas, o como si fuéramos su mamá!
-A ti por lo menos tu marido te toca.
-Oye, por cierto, ¿cómo es eso que Camilo ni te toca?
-Sí, ¿qué está pasando, está todo bien?
- No sé si es que estoy paranoica o si cumplir 58 años me tiene deprimida, pero siento como mi relación con mi esposo ha cambiado completamente. Últimamente, está pasando largas horas en la oficina y siempre llega cansado derecho a bañarse y saltar a la cama, a dormir. Ya ni siquiera cena con nosotros la semana que paso prácticamente no nos vimos.
Con una voz de angustia y tristeza, nuestra amiga nos comparte lo que a muchos matrimonios les sucede con la cotidianeidad, la llama comienza a enfriarse y los espacios para compartir son cada vez más escasos, así se te pasan 10 años y un día te levantas y miras al extraño que ha estado en tu cama y ya ni sabes por qué es que te quedaste casada.
- Lucy, ¿han considerado buscar ayuda profesional?
-Lo he considerado, y le he propuesto a Camilo miles de veces ir a terapia de pareja y hacer cosas para mejorar nuestra relación, aunque creo que buena parte del problema soy yo y mi gordura. Yo sé que no era así cuando nos casamos y sé que Camilo en buena parte se fijó en mi físico y de eso ya no queda nada.
Lucy ha sido siempre una mujer preciosa, con un hermoso pelo rubio y unos ojos verdes que acompañan una tez blanca muy diáfana. Siempre la he visto muy bien arreglada e incluso siempre los hombres la miran, es una mujer aun a su edad muy linda y me parece injusto que Camilo la rechace por su peso.
¿Qué hago si me gusta comer? Antes tenía un metabolismo privilegiado, ahora miro una papa y me inflo… Además, los embarazos tampoco es que hayan ayudado.
Ante tan contundente afirmación, Roberta continúa con su disertación.
¡-Claro que te gusta comer! A todos nos gusta. Lo cierto es que comer es una necesidad fisiológica ligada al instinto y al placer y esto es una realidad biológica estrechamente vinculada con nuestra supervivencia. Cuando nuestros ancestros primitivos estaban descubriendo el mundo, necesitaron desarrollar un mecanismo que les recordara que alimentos les servían y cuáles podían ser malos para ellos y así la comida comenzó a vincularse con el recuerdo, de otra manera no hubiésemos podido evolucionar y saber qué comer.
Lucy una vez más le tuerce la boca y los ojos a Roberta, quien está completamente transportada en su explicación. Linda parece hipnotizada por nuestra amiga.
-Necesitamos comer y comer nos produce placer y nos evoca recuerdos, comer es una acción que nos provoca sensaciones y nos evoca sentimientos, y es por esto que las dietas no logran reestructurar nuestra manera de acercarnos a la comida. Es cierto que si dejamos de comer podemos comenzar a bajar de peso, pero hay otro factor importante en el peso además de las cantidades que comemos y es que cosas comemos y como las comemos.
Estamos todas en silencio perdidas en nuestros recuerdos y experiencias frente a la
comida. Roberta continua.
-Haz el siguiente experimento, imagina tu cocina y recuerda los contenidos de tu nevera y la despensa, ¿cuántos alimentos tienes frescos que vienen en su forma natural y cuantos tienes que están procesados y envasados en algún tipo de recipiente?
Llega nuestra comida y Lucy no parece muy contenta con lo que pidió.
-¿Esto se ve espantoso, no me provoca nada? ¿Esto es lo que llaman comida saludable? ¿De razón están delgados, quién puede comer esto?
-Pero si fuiste tú la que sugirió venir a este lugar.
-Además, todo es fresco como dice Roberta.
-Así es, es cierto. Pero no se ve muy apetitoso que digamos.
-Prueba primero y luego juzgas -indica Linda.
Probamos nuestra comida y está muy condimentada, es como comer alpiste salado con un alto toque de cúrcuma y curri.
¿Será que estamos tan acostumbradas a los alimentos sintéticos y manufacturados a partir de procesos químicos, que ya no nos provocan los alimentos frescos?
Pienso en aquello que dice Roberta y el ejercicio que acaba de sugerir como experimento. Pienso en mi nevera, mi alacena y sus contenidos. Encuentro en mi imaginación que la cantidad de alimentos manufacturados en su totalidad, desprovistos de verdadero valor nutricional y carentes de poder alimenticio real, podrían alimentar a mi familia un mes completo. Podría servirles un menú compuesto por: cajas de cereales azucarados y procesados, jugos a partir de concentrados sintéticos, verduras enlatadas llenas de nitritos, papas en puré compuestas por harinas y féculas, carnes en embutidos, grasas saturadas elaboradas a partir de procesos químicos y frutas envasadas en almíbares cargados de azúcar.
¿Cómo podría nuestro cuerpo, que por miles de años funcionó a partir de la metabolización de verdaderos alimentos, funcionar a partir de esta basura? Imposible.
-¿Entonces!? ¿Qué hacer?
Pregunta Lucy ya desesperada con la larga exposición de Roberta. La verdad que
tenemos hambre y esta conversación me está frustrando hasta la medula.
-Las dietas no solucionan estas distorsiones reales alrededor de la comida, todo lo contrario nos entretienen y nos alejan del problema y así seguimos engrosando la industria que nos tiene gordos y posiblemente enfermos.
-¿Nos tiene? ¡Nada! Tú eres delgada y alta. A ti la genética te premió.
-Hacer dieta no adelgaza, hacer dieta distrae y engorda. Yo me cuido y hago ejercicio,
¿O crees que este cuerpo es gratis?
Me quedo pensando, en una de las más grandes frustraciones de todo aquel que ha hecho una dieta, incluyéndome a mí y es constatar que no he logrado mantener el peso perdido al cabo de un tiempo.
Cata, que ha estado callada durante toda la conversación, observa que no hemos tocado prácticamente la comida.
-El enemigo no es la comida, niñas, el enemigo es el círculo vicioso de las dietas y toda la información tergiversada que esta industria nos ha enseñado. Las dietas no sirven.
-Lo primero que tienes que hacer es dejar de hacer dieta. Y comenzar a cambiar tu relación con la comida.
Nuestra amiga se queda en silencio y todas pensamos que está reflexionando sobre esta nueva información. Todas nos quedamos en silencio contemplando que ninguna ha comido. Pensar que Lucy está tan afectada por el tema de su peso y su matrimonio me producen verdadera angustia. Me aventuro a preguntar:
- ¿Alguien quiere ordenar algo más?
El silencio es total.
-Creo que mejor solo pedimos que nos traigan la cuenta.
Seguimos en silencio.
Llega la cuenta, dividimos entre todas y pagamos.
Entonces Lucy Exclama.
-Roberta Tienes razón. Las dietas no sirven para nada. Mira nada más esta comida, ¡qué porquería! Desde hoy no hago más dieta ¿Quién quiere acompañarme a Mac Donalds?
-¿Estás loca? ¿Es que no escuchaste nada?
-Escuche todo y por eso voy a comerme una hamburguesa de carne que es comida. Proteína más específicamente. Con un pan hecho de trigo, un cereal. Rellena de queso, otra proteína. Lechuga, tomate y pepinillos, que son verduras. Y unas papas, un tubérculo natural frito en aceite de girasol, una semilla llena de nutrientes. Y de postre un helado de vainilla, el lácteo del día, rico en calcio.
Definitivamente, el menú de Lucy termina por ser más atractivo que este menú vegano,
por eso es que no sirven las dietas. Como es de esperarse, terminamos almorzando en
Mac Donalds, unas ensaladas, otras hamburguesas y otras solo un café, pero todas
felices de tenernos unas a otras.
Increíble que la comida del avión se vea tan bien. En silencio disfrutamos de nuestro delicioso menú gourmet, y el vino que la asistente de vuelo nos ha recomendado, por cierto, está exquisito. Es increíble el esmero y la dedicación que los franceses le dan a la comida, incluso tienen todo un ministerio dedicado a este arte.
Adelaida se ve más tranquila, y yo no siento la necesidad de hacerle más conversación, así que cierro los ojos y espero a que me retiren mi bandeja mientras escucho un concierto de Vivaldi a ritmo de vuelo transatlántico.
Air France tiene una pantalla donde puedes mirar cómo va avanzando el vuelo y la distancia que has recorrido, ya estamos volando sobre el océano Atlántico y todavía nos quedan 8 horas de vuelo, una eternidad, pero ya logre acomodarme y la cena estuvo estupenda.
Diagonal a mi silla, está sentado un señor bastante regordete y algo mayor. Su protuberante barriga se desborda sobre el cinturón de seguridad mientras se chupa los dedos después de cada bocado. El hombre se nota que está disfrutando cada pedazo de comida de su menú gourmet, No se ha privado de nada, tomo triple porción de pan y ahora solicito un café con crema. Pienso en el último café que tome con Lucy en el centro comercial.
-¿No te da rabia ver a un gordo comiendo?
Con esta pregunta me saluda Lucy, cuando nos encontramos en el “café le Blue”.
Mi buena amiga está decidida a acompañarme a comprar ropa interior sexy, para mi próxima luna de miel.
-¿De qué me hablas? ¿Por qué preguntas semejante locura, cuantos días llevas sin comer?
- A la entrada, en las mesas de la terraza, está sentada una señora que pesa como 200 kilos. ¿Qué crees que está tomando y comiendo? Pues un café frío de esos que ni tú ni yo nos permitimos, el café lo solicito rebosado en crema batida y adornado con chispas de chocolate y caramelo, acompañando con un trozo de pastel de chocolate. ¡Me muero de la ira! ¿Acaso no se mira en el espejo? ¿O será que no se ha percatado que se ve como un tanque de guerra? ¡Me provoca arrancarle el pedazo de pastel de la boca!
¡Ja, ja, ja por Dios! ¿Qué te está pasando?
-Pues que me mata de la ira y de la frustración que existan mujeres a las que su gordura no las atormenta. Ya quisiera yo ser tan despreocupada y sentirme cómoda comiendo lo que se me dé la gana. ¿Tú no sueñas con comerte lo que se te antoje?
-¿Cuántos días llevas a dieta?, será que estás más bien muerta del hambre y la envidia es eso?
-Acabo de comenzar otra dichosa dieta, y ya estoy desesperada. Llevo tres días y ya siento que me estoy privando de todos los manjares del universo. Mira no más ese delicioso pastel de chocolate.
No sé cuantas personas se identifican con este sentimiento, pero el tema de la comida para muchas mujeres es una tortura. Los hombres cuando están gordos no son tan discriminados como las mujeres, a nosotras se nos exige más. Y todas caemos de alguna manera en el juego. Creo que son muy pocas las mujeres que se sienten cómodas en su cuerpo, sin importar su peso, su edad o su contextura; todas sufrimos con este tema del peso y el cuerpo, como dice Roberta, el cuerpo no lo podemos esconder, nos acompaña a todas partes y lo llevamos públicamente a donde vamos.
-Creo que ya estoy lista para tomar una decisión radical.
-¿Como qué tipo de decisión?
¡Hoy estás más lenta que de costumbre Alex! ¡No captas nada de lo que digo!
Pues de hacerme una cirugía bariátrica.
-¡Guao, Lucy! ¿Hablas en serio? ¿No pensé que podrías considerar esa posibilidad?
-Pues no sé, estoy desesperada, ya la ropa casi ni me entra y Camilo cada día está más lejos de mí. Cuando le pregunte sobre la posibilidad de viajar con ustedes a París, ¡me miro con una cara! Fue como si le estuviese proponiendo ir al monte a cargar leña.
-¿Pero acaso no me dijiste que estaba lleno de trabajo y que tenía un viaje de negocios?
-Sí, eso es lo que me dijo, … Pero creo que perfectamente podíamos viajar juntos y encontrar un espacio para estar en pareja. No sé, siento que algo está pasando.
-¿Me estás diciendo que sospechas de una infidelidad de tu marido?
-No sé, no me hagas caso, me siento gorda y cuando me siento así, sospecho de todo y de todos. Capaz y soy yo la que anda paranoica.
-Pues, espero que la crisis se te pase pronto, porque realmente no veo a Camilo en esas y menos a ti haciendo un escándalo de celos. Más bien disfrutemos tranquilas el café descremado, sin azúcar, que ordenamos y vamos al almacén que me prometiste.
Mi amiga piensa que sería oportuno comprar algunas cosas para mi próximo encuentro romántico en París. La verdad es que no me parece mala idea, la ropa íntima que tengo no es que sea verdaderamente sexi y sinceramente no creo que ayude a encender ninguna llama. Hacer compras no es algo que yo disfrute mucho, pero en esta ocasión lo siento necesario.
Llegamos al almacén y comenzamos a mirar los escaparates y las cosas que venden.
-Me pareció entender que íbamos a un almacén de ropa interior, esto no me parece que se acomoda a la descripción que me diste esta mañana.
-Ay, no seas tan tonta. ¿Tú crees que el truco del ardor reencendido después de 25 años de matrimonio, se va a lograr con un simple negligé?
-Pues, este numerito de enfermera libidinosa no era precisamente lo que tenía en mente…
-Yo pensaba más bien que deberías probarte el vestidito de mucama ardiente. Ven mídete el vestido y así quizás le puedes decir a Manuel “Sí, patrón” ja, ja, ja.
-No sé… No me siento cómoda.
-Ya déjate de boberías y vete al probador.
Entro con algo de vergüenza al vestidor donde me espera un temible espejo de 360 grados. Apenas puedo respirar en este corsé en el que me siento como un embutido, nada logra esconder un solo gordo de los que sobran en mi cuerpo. Ni siquiera puedo respirar, me voy a reventar o lo que es peor a desmayar, ya imagino a los paramédicos tratando de reanimarme en este numerito que de tela poca tiene.
Además, no soporto la imagen que me devuelve el espejo, me veo ridícula, las mujeres somos tan autocríticas de nuestra propia imagen que me provoca salir corriendo. Procedo a retirarme el primer numerito que mi amiga me ha suministrado…
Cuando ya me encuentro liberada del vestido y en pantis, mi amiga entra con otras ideas más atrevidas…
-¡Por Dios! ¿Qué es eso que tienes puesto? ¿Esos son tus pantis? ¡De razón tu marido les dice tapas de olla! ¡Qué horror! Alex, ¡esas cosas no te las puedes llevar a París!
-Deja de molestar, ¿qué tienen de malo? ¡Son altos, no me hacen marcas y son de puro algodón, son cómodos y a mí me gustan!
-Y, estoy segura de que a Manuel le encantan ja, ja, ja, son el mejor modelo de los mata pasiones.
Ahora solucionamos ese ajuar, mientras tanto mídete este vestido de enfermera…
Trato de meterme en lo que parece un uniforme de enfermera, solo que pareciera que la tela no hubiese alcanzado para acabar de tapar ni las piernas ni el escote. Me siento tan apretada como una salchicha y me veo como un relleno de cuadros rojos y blancos adornado con mucho encaje. ¡Ni loca me pongo esta cosa!
Muerta de la vergüenza, sigo midiéndome las fantasías eróticas de mi buena amiga, hasta que agotada y llena de frustración, sucumbo ante el modelito de bombera deliciosa…
¡Qué horror! Qué bochorno, ahora me toca pagar, pero la verdad es que quiero huir de esta pesadilla.
Pago en efectivo para no dejar huella en la tarjeta de crédito. Salimos del almacén y con alivio veo que ya es muy tarde para seguir comprando. Por hoy estoy salvada, no más disfraces sexis para mí.
-Ya es tarde y Camilo está esperándome para ir a cenar, siento que hace semanas no nos vemos, vivimos bajo el mismo techo, dormimos en la misma cama, pero ya casi ni nos encontramos. Otro día te llevo a comprar el resto del ajuar. Me dice con cariño mi buena amiga.
-Tranquila, no te preocupes, ya será después, en todo caso, gracias por la compañía, los consejos y el modelito. ¡Ya te contaré! Lucy, considera la posibilidad de buscar asesoría profesional.
En silencio nos despedimos con un fuerte abrazo. Mientras camino hacia el parqueadero no dejo de pensar en los comentarios de mi amiga… ¿Será que de veras una prenda de vestir puede matar la pasión? Y será que si voy a ser capaz de ponerme el numerito que me acabo de comprar… ¿Será que Camilo está realmente distanciándose de su mujer o será que está jugando por ahí?
Cuando llevas tantos años de matrimonio como yo, comienzas a cuestionar muchas cosas de tu vida, ya no recuerdas como era al principio ni como se sentía descubrir ese ser que comenzaba la vida contigo, te has olvidado de algunos sueños y ya no sabes muy bien cómo fue que cambiaron ciertas metas que eran tan relevantes en tu vida…
Las dudas de Lucy frente a Camilo, me llevan a preguntarme: ¿Cuántas veces no he sentido las mismas dudas? ¿Cuántas veces no he caído en las mismas fantasías?… ¿O será que ella sabe algo y ha estado en negación o lo que es peor, disimulando? Las mujeres somos unas verdaderas magas del disimulo, en aras de mantener la tranquilidad del hogar, y las benditas apariencias, estamos dispuestas a meter la basura emocional debajo de la alfombra y así comenzamos el baile de la justificación, creando las razones perfectas, intelectualizando nuestras angustias para que nos dejen tranquilas y así poder seguir con nuestras vidas.
Pienso en Manuel y yo, reconozco que desde que nacieron los chicos lo único que hemos hecho es concentrarnos en la familia, construir nuestro hogar, no es que me queje, pero siento que de alguna manera nos hemos perdido en esa construcción, ya no hablamos de nosotros como pareja, ahora somos nosotros la familia. Ya dentro de poco tanto José como Alberto estarán llevando sus vidas independientes de la nuestra y entonces nos veremos forzados a volver a encontrarnos, si seguimos en el colectivo, quién sabe qué clase de encuentro logremos.
Esta ha sido una excelente idea de mi marido. Una maravillosa sorpresa, ojalá, no se muera del bochorno con el numerito de bombera deliciosa con el que planeo sorprenderlo. Pero estoy segura de que será más oportuna mi sorpresa que las sorpresas de otros.
¡Sigo enfrascada en mis pensamientos y las compras que me he dejado apurar, saco mi teléfono móvil y encuentro 7 llamadas perdidas de Lucy! ¿Qué ha podido suceder en los últimos 30 minutos que no hayamos ya conversado? Un pánico recorre mi espalda, es como si un muy desagradable presentimiento se apoderara de mí.
¡Estoy tan tarde que si la llamo no puedo manejar, pero el teléfono vuelve a sonar, Tengo que contestar!
-¿Lucy, dime, ya me extrañas?
-¿Alex? ¡Necesito hablarte urgente, es una emergencia!
-¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Qué ocurre? ¿Te paso algo? Yo aún no he salido del parqueadero del centro comercial.
-A mí nada, pero Mariana está en una situación delicada... estamos en la clínica de Paitilla por favor ven.
5 minutos después de esa llamada, todas las tareas pendientes han quedado canceladas, ya nada es urgente. Salgo derecho a la clínica. La voz de mi amiga denota verdadera angustia. Presiento que las cosas son seriamente delicadas.
Acabo de pasar una tarde con mi amiga y ella en medio de todo no es una persona alarmista ni desmesurada emocionalmente, no, ella es serena y práctica, algo serio está pasando.
Llegó a la clínica y mientras voy caminando desde el parqueadero le marco a su celular
-¿Dónde estás? Yo ya estoy acá.
Estamos en urgencias. Mariana está adentro y yo estoy en la sala de espera.
Mientras me acerco veo un carro de policía. ¿Siento como un fuerte escalofrío recorre mi cuerpo, será un accidente? Uno de los policías está hablando con Lucy. Todo es muy inquietante. Me acerco y el oficial se despide y se aleja sin salir de la sala.
-¿Qué está pasando?
-¡Mariana fue violada!
La voz no me sale, estoy en completo shock.
Luz continúa,
-Cuando te deje en el centro comercial por algún extraño motivo se me dio por pasar por la casa de ellos a llevarle unas vitaminas que me había encargado. ¡Cuando llegue a su casa escuché gritos muy fuertes y acalorados, era muy fuerte, Mariana corriendo y gritando solicitando ayuda pidiendo auxilio! Entre por la piscina y encontré al maldito de su marido encima de ella, golpeándola y abusándola. ¡Encima de ella! ¡A la fuerza! Tratando de abusarla mientras que mi pobre hermana le suplicaba que no le hiciera más daño. ¡El muy maldito! ¡No sé cómo no lo mate!
Sigo muda. No sé qué decir.
Después de 15 minutos en completo silencio, logro susurrar:
-Hace cuánto crees que está pasando esto...
Luz no contesta nada.
Lo cierto es que no sabemos nada. Siempre creímos que todo era normal en ese matrimonio.
Todos creímos que los dos estaban enamorados y felices en su relación, por lo menos eso era lo que mostraban… Cuando los estábamos viendo.
Crees que todas las cistitis e infecciones de las que se quejaba Mana eran por esto.
Lucy está tomando un te para ver si se calma un poco mientras su hermana está dando
declaraciones y la están examinando. Por poco escupe su té ante mi pregunta y me contesta:
-¡Claro! ¡Qué idiotas somos! Cómo no lo vimos. ¡Nuestra pobre amiga sufriendo por ese imbécil!
-¡Ese maldito enfermo y nosotras dándole remedios caseros! Ojalá ese desgraciado se pudra en la cárcel.
Es la primera vez que un caso de abuso sexual y violencia doméstica me toca tan de cerca, me preguntó cuántas mujeres más sufrirán la misma situación,
¿El médico sale y nos pregunta si hay alguien de la familia? Lucy se acerca al doctor, yo soy su hermana. Tímidamente, me acerco y escucho el aterrador diagnóstico.
Efectivamente, su vagina ha sido lacerada. Hay varios indicios de cicatrices anteriores, además moretones en la espalda y también hay una marca de quemadura en la parte alta de su glúteo derecho. El doctor confirma que evidentemente se trata de un caso de violencia doméstica. La víctima ha sido sedada y se recomienda interconsulta psiquiátrica.
El médico se retira. El oficial se retira y mi amiga y yo quedamos solas completamente paralizadas sin poder siquiera movernos.
Una eternidad después Lucy me agarra del brazo y me lleva a la cafetería donde pedimos cada una algo de tomar y nos sentamos en completo silencio.
15 minutos después me atrevo a preguntar.
-¿Cuántas de nuestras amigas o conocidas estarán en las mismas circunstancias... y porque se quedan en esa situación?
Lucy, con lágrimas en los ojos, me contesta:
-¿Cómo no lo vi? ¿Cómo mi hermana chiquita no me dijo nada? ¿Por qué 4 años de este sufrimiento disimulando y aceptando sin hablar? Desde que murió mama todo se fue a la mierda en nuestra familia Alex, cada uno cogió su rumbo y se olvidó de las circunstancias del otro. Tú sabes que no fue mucho lo que cada uno recibió, pero no creo que Mana haya dilapidado lo que le correspondió, como para no poder sostenerse sola… Ni sé qué pensar.
-Lucy, no te tortures, ahora lo principal es darle apoyo y ayudarla a salir de ese hueco, creo que por ahora lo principal es que esté tranquila, que se sienta segura y proceder con los asuntos legales.
Cientos de mujeres en el mundo sufren lo mismo que acaba de vivir Mariana, es un secreto del que no se habla, pero hay muchas, demasiadas mujeres que viven en matrimonios disfuncionales y tóxicos con parejas que las atropellan día a día.
Mariana no es la primera, ni sera la última, la dinámica es parecida en todos los casos de abuso y no dicen nada por la vergüenza que les produce esa situación, lo cual de forma absolutamente e injusta las re victimiza.
-Siempre pensé que la vida de mi hermana era desordenada, llena de eventos sociales, saltando de café en café, viajando sola por todo el mundo, cuando conoció al imbécil este, todos creímos que el era bueno para ella, que sentaría un poco cabeza. Yo fui una de las que la empujo a formalizar su relación. Declara Lucy con algo de culpabilidad.
- ¡Para! No tienes por qué sentirte culpable, esto nadie hubiese podido predecirlo…
La noche transcurre de forma difícil y dolorosa, me sorprende que Camilo, estando en la ciudad, no se haya hecho presente para acompañar a su esposa, pero no digo absolutamente nada… Manuel está ya esperándome en París, así que no contamos con más respaldo que la una a la otra.
Tres horas más tarde de vivir esta terrible experiencia, estoy de regreso en mi casa, con mis hijos y la ilusión de mi próximo viaje. No paro de pensar en la situación de Mariana y esta dolorosa experiencia.
Mañana será un día nuevo, espero que todo esto se supere.
El hombre regordete ha terminado su festín gourmet y frente a mí veo una parejita de recién casados, pienso que son recién casados por la forma como se miran y los gestos de cariño que se profesan. Me parecen tan tiernos… Hay una camaradería e intimidad especial entre ellos dos. Me recuerdan a Angélica y Juan.
Para el cumpleaños número 35 de Angélica, Juan decide sorprenderla con un maravilloso viaje.
Angélica es una chica delicada que disfruta de la buena mesa, un buen vino, un libro cerca a una chimenea y visitas a museos y teatro.
Uno pensaría que Juan, su esposo desde hace 5 años, sabría qué tipo de viaje le gustaría de regalo a su querida esposa Angélica…
Los hombres están cada día más perdidos. ¿Ya ordenaron?
-¿Por qué no te sientas, y pides lo que quieres comer? Nosotras acabamos de ordenar.
El mesero se acerca, me inclino por una ensalada de atún, tostones de plátano y coca cola light. Ahora estoy en el tema de dejar el gluten, así que no como trigo.
Me acomodo bien en mi puesto y atiendo a esta nueva historia …
-Entonces, ¿por qué los hombres son unos perdidos?
¿-Se acuerdan de mi compañera de universidad Angélica?
-Claro, ¿la flaquita que es toda delicada?
-¡Esa misma! ¡Resulta que Angie cumplió 35 años y su esposo, que está con ella desde hace 7 años, la llevó de paseo sorpresa por su cumpleaños!
-¿Y eso qué tiene de raro? Me parece superespecial, ya hubiera querido yo una sorpresa de esas…
-No creas, deja que les cuente a donde la invitó de viaje…
-Se la llevó de Camping ¡A Pescar!
- ¡Mentira!
-¡No te lo puedo creer! ¿Qué le pasa a los tipos?
-Sencillo, el muy tonto seguro, tenía ganas de pescar y arrastró a la pobre Angie al lago.
Y eso no es todo, le dio de regalo todo el equipo necesario: Botas, caña, anzuelos, red, y no sé qué más locuras.
¡La pobre no durmió durante 3 noches, muerta del susto por estar en una carpa, con los ruidos de la noche, además de la incomodidad, y los bichos!
¡No pudo ir al baño y le toco comer enlatados, llego llena de piquetes de zancudo y con el colon inflamado!
-No entiendo cómo no se le ocurrió otro tipo de regalo.
Angie es adicta al chocolate, bien podría haberle regalado una caja de bombones.
-O flores. ¿Qué pasó con regalar rosas?
-A mí me han pasado cosas similares, cuando salía con Allan, ya llevábamos un año de noviazgo y para mi cumpleaños me regaló un guante de beisbol. ¿Se imaginan? A mí qué carajos me interesa un guante de beisbol.
-¿Y qué me dicen de las joyas espantosas y carísimas con las que te pueden llegar?
-O la ropa. ¡Qué horror! Yo a Camilo le tengo prohibido regalarme ropa. La última vez me llegó con un numerito ni para la gata de la vecina. Y lo que es peor, ni siquiera era mi talla.
-¡Eso es horrible! Te dan un regalo que esperas con ilusión, lo abres y no puedes contener tu sorpresa...
¡Pero de frustración y decepción! ¡Qué horror!
-¿Y que no sea tu talla? ¿Cómo así? ¿Para quién lo compró?
-Pues en el caso de mi marido para una más gorda porque era como 3 tallas más grande. ¡Casi me muero! …
-¡Eso no es nada! ¿A ustedes no les ha pasado que les dan el horroroso regalo de adorno para la casa y el oferente es la suegra o la tía abuela del marido!?
-Cuando Manuel y yo nos casamos, la tía abuela de él nos regaló una estatua de porcelana finísima y costosísima, solo que a mí me parecen espantosas las porcelanas. Yo la recibí y creo que logré disimular bastante bien mi malestar.
Durante muchos años la estatua estaba en el baño de la visita y cuando venía la tía, la sacábamos del baño a la sala. Y así le dábamos los honores a la tía… Y a su porcelana…
Un buen día, la dichosa estatua desapareció.
No sé cuando desapareció ni quién pudo llevársela o quebrarla, ya que como siempre estaba en el baño, ninguno de nosotros la extrañaba o estaba pendiente de la estatua.
Hasta que vino la tía y preguntó por su famoso adorno.
-¿Qué hiciste?
-Un gran teatro. No sé ni cómo logré lágrimas en mis ojos y con mucho dramatismo le dije que se había quebrado.
-Definitivamente, los regalos sorpresa suenan maravillosos, pero en la práctica pueden ser un gran fastidio.
Pobres hombres… les solicitamos que sean especiales, queremos que nos sorprendan. Y cuando lo hacen, protestamos.
-¿Será que de verdad somos tan imposibles?
-¡Pobre Angie! Que todavía está de pelea con su marido y llena de piquetes.
-Con tal de que no la lleve a otro viaje sorpresa para reconciliarse.
El señor sentado diagonal a mi silla se chupa los dedos llenos de salsa… El hombre tiene un abundante bigote que más parece un bosque debajo de una nariz, parte de la salsa se ha quedado atrapada en el espeso follaje de vellos. ¡Qué espanto! ¡Qué imagen! Mejor dejo de mirarlo y me concentro en otra cosa.
¡Sí! ¡Ya sé! Pensaré en esta escapada romántica, hace varios años que Manuel y yo no viajamos solos y definitivamente es algo que esperábamos con gran anticipación,
¿Qué mejor lugar para una segunda luna de miel que París? Además, Sofía nos ha invitado a su casa en Monte Carlo a celebrar mi cumpleaños.
Hace apenas un mes cumplí 55 años.
En esa oportunidad el almuerzo semanal fue para celebrar. ¿Celebrar? ¡Ja! Celebrar. ¡Sí, claro! ¿Qué carajos es lo que hay para celebrar?
¿A qué hora paso tanto tiempo?
¿Cómo no me di cuenta?
Apenas ayer peleaba con mi mamá porque no quería peinarme y ayer peleé con mi peluquera porque no tenía cita para peinarme. 55 Años, ¡es adulta! Una señora madura, ¡ya me dicen doña! ¡Soy una cincuentona! ¡Pero qué carajos! Si yo me siento de 25.
Me paro frente el espejo y el muy altanero me devuelve una imagen que no reconozco.
El muy desgraciado me devuelve el reflejo de una señora mayor. No el de una jovencita de 25 años.
Comienzo a mirarme con atención y descubro que tengo canas en lugares que no puedo teñir. ¿Será que el champú color servirá para disimular esas canas? Tambien podria recurrir a la formula natural de Fabiana, claro que si quedo color ahuyama me muero! ¿O mejor me hago un cambio extremo y me depilo todo? Juego un rato con la idea, pero entre el método a utilizar y aquello que podría encontrar bajo esa manta, la idea pierde todo atractivo. Sigo en mi implacable balance y encuentro, carnes donde antes no había, redondeces que no reconozco o que no recuerdo… encuentro, nuevas marcas geográficas, algunos llaman a estas marcas manchas de sol, para mí son la demarcación de la vejez.
Observo mi cara con asombro al encontrar con absoluta incredulidad unos pelos gruesos y negros que asoman por mi barbilla. ¡Qué horror! Son igualitos a los pelos de mis tías. Esos que pican cuando se acercan a darme un beso. Siento una mezcla de terror y angustia. ¡Esto es la madurez!! ¡Soy una mujer de mediana edad! ¡Auxilio!
¡Que alguien por favor me saque de este cuerpo!
Los hombres maduros son atractivos, interesantes, distinguidos. Las canas les otorgan un aire de respeto y sex-appeal. Nosotras, en cambio, nos vemos viejas, jamonas... ¡Cincuentonas!
Mejor dejo de mirarme en el espejo y me visto.
Menos mal voy a almorzar con mis amigas. A ver si me ayudan con esta nueva crisis de la mediana edad. Trato de recrear los ojos y olvidar esta nueva angustia.
El paisaje es desolador… Viejos calvos y barrigones con marcas de un acné juvenil implacable… Pieles en exceso brillante y sonrisas desordenadas.
-¿Qué les pasa a los tipos de esta ciudad que están tan feos?
-¿Qué quieres si son todos cincuentones?
-¿Acaso yo me veo así?
-¿Estás loca? ¿Cómo se te ocurre? Si tú estás regia.
-¡Pero yo soy una cincuentona!
-¡Sí! Pero a ti no se te nota Ja, ja, ja
-Eso sirve de consuelo... pero no quiero envejecer.
-¿Y cómo piensas detener tu único futuro certero?
-No sé… Hormonas, terapia anti envejecimiento, vitaminas, cremas, masajes,
ejercicios, dieta, Bótox, Restilane, Perlaje…
-¿Y una que otra cirugía?
-Pues también, ¿por qué no?
-Cuidado, no vayas a acabar viéndote como Margot. ¡Toda una cuchí-Barbie!
-¡Cara de cucha con cuerpo de Barbie! Ja, ja, ja
¡-Pues claro que no! Tampoco se trata de deformarse la cara a punto de una
sobredosis de intervenciones estéticas, pero uno que otro retoquito no está mal.
-Pues tú sabes que aquí todas aprobamos la ayuda mediante bisturí. Ja, ja, ja.
Yo por lo menos ya pasé por ahí. Y soy la primera en acompañarte. Pero cuidado con volverte adicta. No sea que quedes como ya sabes quién Ja, ja, ja
-¡Qué horror! ¿La vieron después de la última? Yo creo que el cirujano es del otro equipo y odia a las mujeres porque las tetas que le puso.
-¡Y los ojos! ¿Le viste los ojos? Se los abrió tanto que parece asustada. Incluso creo que no puede cerrarlos.
-¿Cómo duerme?
-¡Ay, por favor, Linda! Ja, ja, ja.
Seguimos nuestro almuerzo, alrededor de una conversación centrada en la cirugía. Pasadas las 3 de la tarde, mis amigas del alma me cantan el cumpleaños feliz de rigor, soplo una solitaria vela en medio de un delicioso pastel de chocolate. Mi favorito.
Pagan la cuenta, nos despedimos, y nos quedamos Linda, Lucy y yo, tomando café.
-A los 15 años querías tener novio, te parecía lo más importante en tu vida. Hablábamos de los primeros besos y hasta qué hora íbamos a poder estar en las fiestas.
¡-A los 20 lo que quieres es salir con diferentes hombres!! Y todas las conversaciones giran alrededor de ellos.
¡-Y del sexo! ¡No olviden el sexo! ¿Se acuerdan de Julián? ¡Uf el mejor amante que he tenido!
¿-Tú te acostaste con Julián?
¿-Preguntarás si yo también me acosté con Julián? ¿Ja, ja, ja, quien no se acostó con ese biscocho?
¿-Que será de la vida de él?
¡-Seguro sigue persiguiendo muchachitas para enseñarles sus dotes de amante! ¡Solo que de seguro ahora son más bien sus dotes de viejo verde! Ja, ja, ja
-Pues yo lo vi hace 10 años, me lo encontré en una cena de la universidad. ¡Se veía igual de bien plantado! Obvio soltero y viviendo su vida loca.
-Uno se gradúa de la universidad y se preocupa por su trabajo, organizarse tanto en lo personal como en lo familiar.
¡-A los 30 el reloj biológico te hace plantearte el matrimonio y la maternidad! ¡Y durante esa década son los hijos, tu figura, tu casa y tu vida lo que te preocupa!
-y a los 40… ¡Te preocupan las carreras de tus hijos, la universidad de ellos y reencontrarse con el mejor polvo de tu vida! Ja, ja, ja,
-¡Qué boba eres, simplemente lo saludé y ya está! No te imagines cosas que no son…
-¿Dime que no te sacudió aunque sea un poquito?
¡Pues No! Por ahora estamos en el quinto piso y lo que a Alex le interesa son las cirugías y la menopausia. ¡Qué carajos!
-Para cuando comencemos a hablar de médicos, de enfermedades y de recetas médicas, sabremos que estamos ¡VIEJAS! Ja, ja, ja
-Ya deja de amargarte el cumpleaños, por ahora vamos en las cirugías, además te ves superbién.
-Yo por lo pronto tengo que contarles el sueño que tuve ayer…
-¡Soñé que me bañaba en la ducha y el agua que corría por mi cuerpo salía teñida de negro! ¿Se imaginan que angustia?
-¡Así serán las culpas que te atormentan! Ja, ja, ja
-Pues no sé si sea que me siento culpable inconscientemente, pero tengo que hacerles una confesión…
Linda adopta una postura muy seria y creo que pensamos que nos va a contar alguna indiscreción o algo similar.
-He soñado despierta con asesinar a la gata…
-¿Quién es la gata?
-¡Alex, no te hagas la tonta! Mi gata
-¿Fruna? ¿Quieres asesinar a fruna?
-¡Sí! Me tiene desesperada, ya daño otro mueble.
-¿Por qué convertirte en una asesina de gatos?
-¿Por qué más bien no la regalas?
-¿Y dársela a cualquiera para que la maltrate?
-Linda, por favor, ¿quién te entiende? ¡Es mejor que asesinarla!
¿No crees?
El almuerzo como siempre ha sido muy divertido y nuestro café de sobremesa aún mejor. Nos despedimos y decido dar un paseo por el centro comercial, tengo un bono de la librería, así que aprovecho para mirar que libro me llama la atención.
¡Comienzo a hojear una revista y me encuentro con amigos que no veo hace mucho tiempo!
-Pero ¡qué sorpresa! Alex, ¿Cómo estás? ¿Cuánto tiempo? Hace por lo menos 10 años que no nos vemos.
-¡Hola Juan! ¡De verdad que ha pasado mucho tiempo! ¿Cómo has estado que hay de tu vida? (10 años, la última vez que este personaje me vio tenía 45 años, todavía no era una mujer “madura”)
-Bueno, pues, muy bien, trabajando, y criando. ¡Cómo pasa el tiempo!
-(¡que si qué! Pregúntamelo a mí que se me pasaron 25 años y no me di cuenta) Sí, increíble…
-Oye, pero a ti no te pasan los años. Estás igualita. ¡Te ves increíble!
-Gracias, tú también te ves muy bien. (este tipo estará bien de la vista?)
-Bueno, pues me encantó volver a verte, a ver si nos vemos otra vez antes de que pasen otros 10 años Je, je, je
-Sí ¡seguro! (Otros 10 años y soy una vieja de sesenta años. ¡Me provoca llorar!)
Me quedo meditando sobre sus palabras y por un instante pienso que de pronto no se me notan los 55 años. ¿O tal vez no me sientan tan mal después de todo?
Me encuentro con mi cuñada para el segundo café de la tarde como parte de mi celebración extendida.
-Hola, casi no llegas, ¿no?
-Me encontré con un amigo que no veía desde hacía rato y me entretuve. ¿Hace mucho llegaste?
-No, tranquila acabo de sentarme. Pero ¡cómo estás de bonita! ¿Qué te hiciste? Te ves hasta más delgada.
-¿Yo? ¡No, qué va! Es la ropa. Sí, me he estado cuidando un poquito, pero nada del otro mundo.
-¿Cómo te tratan los cincuenta y cinco?
-(¡Pues como una mierda!) Bien, ahí voy de celebración en celebración. Esta mañana me llamó mi mamá y fue la primera en felicitarme. Luego llamó tu mamá y recibí flores de los chicos y de tu hermano. No me quejo. (¡No, qué va!)
-Pues algo te hiciste, te ves súper.
-Gracias, qué linda.
Mi cuñada me entrega su regalo, una crema deliciosa acompañada de su respectivo perfume. Seguimos conversando hasta las 6 de la tarde, hora en que salgo a recoger a mi hijo de la universidad. Y regreso a cambiarme para salir a cenar con mi esposo.
La tarde me ha llenado de optimismo. Así que esta vez enfrento el espejo con alegría y el reflejo me gusta más que el de esta mañana. Estreno mi crema y mi perfume y me pongo ese vestido rojo que me gusta tanto. Zapatos de tacón, aretes de brillantes, una discreta pulsera plateada y una preciosa ropa interior guardada para una ocasión especial.
Salgo y mi marido con un armonioso silbido me recibe acompañado por un “¡guao! -¡Qué mujer tan sexy me ha tocado hoy!”
-Tú también te ves muy bien.
Salimos tomados de la mano al restaurante donde Manuel ha hecho reservaciones para celebrar conmigo, los dos solos. Cenamos en un restaurante nuevo, de comida fusión que resulta bastante bueno, pasamos una agradable velada, hablando y mirándonos a los ojos como dos enamorados… Es un rato muy agradable que culmina con unos aretes preciosos.
-¡Gracias, están divinos!
-No tan divinos como tú.
(me pregunto si este cumplido cuenta viniendo de mi marido…)
-¿De veras me veo bien?
-Mi vida, últimamente estás más linda que nunca. Como te han sentado los 55.
¡Tengo que aceptar y concluir que me sientan muy bien!
¡Esta mañana me sentaban como una mierda! Pero ahora sí que me sientan.
¡Así somos las mujeres!
Apenas llevamos poco más de 4 horas de vuelo y para mí es como si hubiesen pasado 30 horas, la desesperación que me da y la impotencia de no poder salirme de esta lata de sardinas voladora me mata de la angustia.
Mi vecina está enfrascada en una película, yo trato de encontrar algo que me entretenga, siento que me voy a estallar con esa cena gourmet que me acabo de comer.
Para completar se me ha ocurrido la brillante idea de viajar en jeans y me quedan un poco apretados, así que me suelto el botón de la cintura, me saco la camisa y trato de ponerme más cómoda... La irritación en mis partes nobles debido a la depilación con cera no ayuda en nada.
En este momento es cuanto pienso que no debí comer tanto y lo peor es que me esperan casi 7 horas más de completa quietud. No es que yo sea la más activa de las mujeres, pero después de haberme metido ese poco de calorías, sería bueno levantarme y caminar un rato por el avión, así sea estirarme un poco, tengo entendido que es importante en un viaje de tantas horas moverse para activar un poco la circulación, dicen que el movimiento durante un vuelo largo no solo tiene beneficios físicos, sino también mentales y emocionales. Estirarse y moverse de forma regular puede reducir la sensación de cansancio, mejorar el estado de ánimo y ayudar a mantener un mayor nivel de confort durante el viaje.
Ahora sería útil una clase de spinning. Claro que la última vez que fui a spinning no me fue tan bien. Por poco acabo en el hospital con un infarto. Considero levantarme de mi silla a dar una pequeña vuelta por el avión y estirarme un poco, me siento entumecida y desesperada.
-Esta mañana estuve donde Juan Meza. Les cuento que cuando llegue, ¡quedé impresionada por la secretaria que me atendió! ¡Un tanque de guerra!
Siendo él tan reconocido nutricionista, ¿qué pasó?
-Pues que seguramente a la muy tragona no le da la gana de hacer la dieta. Él es buenísimo, pero tú tienes que ayudarte. Él no va a bajar por ti. Él te dice qué hacer y tú o lo tomas y adelgazas o lo dejas y pues no pasa nada.
-No entiendo por qué sigues mortificándote con tu peso. Eres linda, te ves bien, te vistes de maravilla, ¿Por qué no simplemente aceptas tu cuerpo y ya está?
-Pues porque ese es el problema… la ropa no me entra y ni por equivocación compro nueva y en otra talla menos
-Entonces fuiste donde el doctor Meza…..¿qué te dijo?
-Entré en su consultorio y comenzó el cuestionario, que si como mucho dulce, que si como mucha harina, que si hago ejercicio. Luego me pesó y me dijo que tengo que bajar 15 kilos.
-¡15 kilos! ¡Está LOCO! ¿De dónde vas a sacar 15 kilos para bajar!? ¿No serán 15 libras?
-Esa es la cosa con todos esos medicos. Te meten en la cabeza que tienes que bajar un montón de kilos que en contadas ocasiones vas a lograr perder. Así te tienen amarrada a ellos y tú como una idiota tratando de bajar mientras que ellos se enriquecen a costillas tuyas.
-Bueno, pues eso fue lo que me dijo… Según él, soy obesa. ¡O B E S A! Estoy en un índice de masa corporal de 28. Me hizo sentir como una fracasada, me metió terror y angustia y luego me dio la dichosa dieta, me explicó que necesito tomar una cápsula de fibra para no taparme, una de vitaminas para mantener nutrientes, una de minerales y otra para disminuir el hambre.
-Así de balanceada será la dichosa dieta que te toca remplazar todo.
-¡Y tomar pastillas para que se te quite el hambre! Ja, ja, ja
-Pues a mí de tanto hablar de dietas, ya me dio hambre, llamemos al mesero y pidamos el almuerzo.
El mesero llega con los menús y cada una miramos con detenimiento que va a ordenar. No entiendo a quién se le ocurrió escoger un restaurante italiano. Solo veo pasta y más pasta y se supone que no puedo comer carbohidratos…
Cada una va ordenando su plato y yo todavía no logro decidirme.
- ¿Entonces vas a ordenar o vas a mirar?
Linda es sin duda mi amiga más mandona, pero así como es mandona es servicial y siempre presente para lo que la necesite, así que no le contesto y simplemente le pido al mesero que adelante los pedidos que ya tiene mientras me decido.
-¡No sé qué voy a ordenar! Se supone que no debo comer carbohidratos y pues en un restaurante de pastas no es precisamente lo más fácil.
-Pide una ensalada.
-No me provoca… Yo quiero pasta
-Pero quién te entiende. ¿No que estás a dieta? ¿Entonces para qué carajos te soplaste ¿200 Dólares esta mañana donde Juan meza?
-Yo que tú Alex, comienzo a hacer ejercicio, dejo de comer de noche y ya está.
-¡Qué pereza hacer ejercicio! Díganme si no es lo más aburrido del mundo.
-¡A mí me gusta! Yo disfruto mi rutina todos los días. La clave está en encontrar algo que a uno realmente le guste.
-Tú no eres normal, Roberta. Nadie excepto tú se pasa 3 horas diarias en el gimnasio.
-Oye ¡verdad! ¿Qué diablos haces durante 3 horas todos los días allá metida?
-¿No será que te gusta algún entrenador?
-¡No seas tan boba! Todos los días hago una hora de estiramiento, para mantener la elasticidad, luego me tomo un jugo de frutas mientras entro a mi clase de cardio, la cual es perfecta para quemar grasa. ¡Luego hago una hora de relajación, yoga o un masaje!
Alex, deberías venir conmigo mañana a mi clase de spinning te va a encantar y la instructora es excelente.
-¿Cómo se te ocurre que Alex va a poder aguantar una clase de spinning en tu nivel de dificultad? Le puede dar un infarto. Ja, ja, ja
-Pareces boba Luz. Le digo a la instructora que esté pendiente de ella. Así solo hace algunos de los ejercicios, no todos ni al mismo ritmo. ¿Te gustaría venir mañana?
Me siento atrapada. Detesto hacer ejercicio. No me gusta sudar. Me gusta comer harinas. Me encantan los dulces y ¡No quiero ir!
Sin embargo, estoy desesperada y sé que algo drástico tengo que hacer si pretendo bajar de peso, así que sin mucho pensarlo acepto la invitación de Roberta.
-¿A qué hora vas?
-Yo no voy muy temprano, te recojo a eso de las 8 de la mañana.
Finalmente, ordeno una insípida y aburridísima ensalada y una coca light.
Almorzamos y como ya es costumbre a eso de las 3 de la tarde, cada una sigue con sus obligaciones del día. En la noche cenamos comida ligera, Socorro le ha preparado a los niños unas deliciosas pizzas y para mí una sopa de un color bastante desconfiable… No está fea, solo que no es pizza. Manuel no cena del todo, dice que está muy gordo y que no va a comer más de noche. ¡Me mata de la ira su disciplina!
Al otro día...
¡Son las 7 de la mañana y tengo que levantarme para ir a mi clase de spinning! En qué momento se me ocurrió aceptar semejante invitación. Yo lo que quiero es acomodarme y dormir hasta las 10 de la mañana.
El despertador vuelve a sonar y me toca enfrentar lo inevitable, me tengo que parar. Tengo que salir del sobre, bañarme y vestirme con lo que encuentre que pueda ser apropiado para hacer ejercicio. ¡QUÉ PEREZA! ¡Qué fastidio!
Me levanto con mucha desmotivación y poco a poco me voy organizando. Roberta es muy puntual, así que más me vale apurarme. ¡Son las 7.50 am y ella no demora en llegar!
A las 8 en punto, como un soldado inglés, Roberta aparece a recogerme.
-¿Pensé que vendrías en carro?
-¿Cómo se te ocurre? Si el gimnasio queda aquí a solo 10 cuadras. Así aprovechamos y vamos calentando.
Comenzamos a caminar en dirección al gimnasio, noto que por cada paso que da mi amiga, yo tengo que dar 3 pasos. No hemos recorrido ni 2 cuadras y yo ya estoy agotada. Me espera una terrible mañana.
Sudada hasta el pelo llegamos al gimnasio.
La clase comienza a las 8.30 en punto, apenas nos da tiempo para tomar un poco de agua. Entramos y la instructora se acerca a saludar a mi amiga, la cual con seguridad es su mejor clienta. Roberta me presenta y le solicita a la instructora que esté muy pendiente de mí.
Me indica que tome una de las bicicletas del fondo para no entorpecer el ritmo de la clase. Comienza la música y ya todas acomodadas comenzamos a pedalear.
-¡Arriba! ¡Abajo! ¡Arriba! ¡Abajo! ¡Arriba! ¡Abajo! ¡Mónica, tú quédate sentada! ¡Y otra vez! ¡Arriba! ¡Abajo!
Me estoy muriendo con todo este arriba, abajo, pedaleo y jadeo. Y arriba y abajo y siento que me voy a caer de la bicicleta, pero tengo que seguir, tengo que intentarlo.
-Ahora solo con los brazos extendidos. ¡Suban y bajen! ¡Mónica, tú solo 2 repeticiones! Las otras ¡Ocho!
Qué difícil y tienes que hacerlo todo pedaleando.
-¡Mónica! ¡Más despacio, ve más despacio! ¿Quién carajos es esa Mónica de la que la instructora está tan pendiente? Y ¿qué paso conmigo? ¿No que iba a tener cuidado con mi rutina? Pasan 45 minutos y yo estoy lista para el infarto. No puedo casi ni coger aliento. Estoy tan agitada que me siento mareada. Afortunadamente, la clase ha terminado.
La instructora y Roberta se acercan a mi bicicleta, yo estoy tan cansada que no puedo ni bajarme, me tiemblan las piernas y siento que me voy a caer…
-Mónica, ¿Qué te paso que no seguiste mis instrucciones?
-¿Perdón?
-¿Quién es Mónica? Pregunta Roberta
-¿No me dijiste que tu amiga se llamaba Mónica?
-NO. ¿Cómo se te ocurre? Me llamo Alexandra. De razón que casi me matas con tu clase de spinning. Ya decía yo que le habías dedicado toda la clase a Mónica Ja, ja, ja
¡Salimos de la clase muertas de la risa y con la certeza que es la primera y última clase de spinning que hago en mi vida!, me despido de Roberta quien se queda en su rutina.
Me pregunto si todas las personas que van todos los días o de forma cotidiana a un gimnasio se sienten tan agotadas como yo me siento en este momento. Recupero el aliento, comienzo a caminar lentamente de regreso a mi casa, mientras regreso caminando, disfruto del paseo que doy hasta mi destino. Ya sé lo que voy a hacer. Voy a disfrutar, voy a comer más balanceado y voy a dejar de sufrir por cosas que no solo no puedo cambiar, sino que debo aprender a aceptar.
Hora de moverme y caminar por el avión. Aún estoy presa por la bandeja de comida y la mesita auxiliar, me provoca pararme y llevarla hasta la cocineta del avión, pero no me atrevo, así que trato de tener un poco más de paciencia con el proceso de servicio, son tantas las horas de quietud absoluta en esta caja voladora que ya comienzo a desesperarme.
Cuando por fin me retiran la bandeja, me doy cuenta de que ya no soporto estar un minuto más sentada, así que aprovecho para dar una caminata por el avión, mi plan es ir hasta la fila 72 que es la última fila, llegar al espacio de atención a bordo y tomar un Té, estirarme un poco y regresar a mi silla. Mientras considero mi próximo plan, recuerdo las innumerables bolsas de té utilizado que deja mi marido regularmente tirado en la cocina y la conversación de hace unas semanas.
¿No les parece asquerosa esa costumbre que tienen los esposos de dejar bolsitas de té utilizadas por ahí rodando en la cocina de la casa?
¿A qué se debe este inusual recibimiento Alex?
¡A que estoy harta y aburrida de recoger bolsas de té a medio utilizar, abandonadas como pequeñas trampas por toda la cocina! ¡Ayer no más recogí tres! ¡Y hoy ya voy por 2 más! ¡No comprendo por qué carajos Manuel no las utiliza durante el día y luego las bota a la basura como cualquier ser normal!
Pues te puedo decir que Manuel no es el único que hace eso… ¡Mi marido hace exactamente lo mismo!
¿Será que es una puerca costumbre que le enseñan en la universidad?
¡Más bien es una puerca costumbre que no le corrigió su mamá! Ja, ja, ja
Pues yo hace tiempo decidí no desgastarme en eso, si encuentro una bolsita de té por ahí abandonada, simplemente la recojo y la coloco en un recipiente en la nevera. Luego utilizo varias para hacer una gran jarra de té frío.
¡Esa es una forma muy constructiva de solucionar el tema, pero me desespera tener que acabar de criar a mi marido!
Me pregunto si todos los matrimonios sufren por estos detalles mínimos de convivencia.
Lo cierto es que venimos de ambientes tan diversos que es casi imposible no encontrarse con diferencias como esta. En fin, creo que Linda es más práctica aceptando la situación y haciendo algo constructivo con ella.
Me pregunto sobre el matrimonio de Camilo y Lucy y si no serán ideas de mi amiga…
Mientras voy rumbo a mi taza de té fresco, relajante, caliente y delicioso a 35 000 pies de altura y más de 5 eternas horas de vuelo, siento que un frío helado recorre toda mi espalda…
Los vellos de la nuca se me paran y siento un terrible vacío en el estómago.
¡No es una turbulencia externa, es una tormenta emocional interna!
Ahí, en el fondo del avión, está el marido de Lucy.
¿Qué hace Camilo en este vuelo y con quién está? Y ¿Por qué está sentado en la última fila del avión?
No quiero ser mal pensada, Debe ser algo del trabajo.
Me asomo con mucho cuidado y veo como una mujer muy joven como de unos 27 años se recuesta sobre él y comienza a besarlo.
Se me quieren salir los ojos. ¡No puede ser! ¡El muy maldito! ¡Qué desleal!, ¡Qué porquería! ¡Qué desgraciado! De razón que ya ni toca a mi amiga. El muy traidor le montó sucursal. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué hago?
Siento como si el piso de esta lata voladora se fuese a abrir y yo me fuese a caer por él.
Tengo angustia ajena, el corazón se me quiere salir del pecho. Se me baja la presión y no me puedo mover, estoy paralizada a más de 35000 pies de altura encerrada y en shock.
¡Coño! No quiero que me vea. ¡Tengo que salir de aquí! ¿Pero a dónde carajos voy a salir? ¿Cómo me escondo en un avión?
¡La asistente de cabina se me acerca y suavemente me pregunta si estoy bien, si necesito ayuda! Más que ayuda necesito comprender a este traidor.
En este momento necesito toda la fuerza del mundo para no sacarle los ojos y el corazón al muy maldito.
Por fortuna logro girar sobre mí misma y lentamente me devuelvo de regreso a mi silla, con cuidado de hacerlo por el lado contrario, tratando de hacerme invisible.
La adrenalina se me sube a la cabeza, tengo náuseas, no puedo creer que este pelmazo le esté siendo infiel a mi amiga.
Con la cabeza dándome vueltas, y el corazón acelerado al máximo regreso a mi silla donde me caigo como un saco de arena.
No lo puedo creer qué miserable, el muy desgraciado dizque ocupado y mi pobre amiga convencida que el muy imbécil anda de trabajo. Preocupada por bajar de peso y porque el muy idiota ya ni la toca.
Capaz que incluso considero la idiotez esa del rejuvenecimiento vaginal de la Luisa Fernanda.
¿Qué le pasa a los hombres que quieren salir con mujeres que bien podrían ser sus hijas? ¿Acaso los muy idiotas no se dan cuenta de que esas mujeres solo quieren aprovecharse de ellos y hacerle el amor a sus billeteras?
Camilo y Luz tienen una hija de 23 años. Claramente, ese numerito podría ser su hija o lo que es peor, una amiga de su hija.
¿Será que son tan bobos que piensan que cuando a una de esas jovencitas le toca el momento del encuentro sexual se llena de deseo por el cuerpo caído de un viejo? ¡Creerán que el cuentico de apagar la luz es para ser más románticas, No! ¡Simplemente, no les quieren ver los colgajos de barriga que les sobra!
Es cierto que el Viagra les ayuda, pero no es una cirugía tonificadora corporal instantánea.
Camilo es un hombre bien parecido, para su edad! 58 años, pero por favor, ¡qué ridículo, que podría pasarle por la cabeza al muy bestia! ¡Qué ira! ¡Qué frustración! ¡Qué angustia! ¿Qué hago? ¡No sé ni cómo reaccionar, este cretino me ha hecho su cómplice!
Esta es una situación completamente desconocida para mí… ahora es cuando pienso en cuál de mis amigas ha tenido un amorío... ¡Ninguna! Por lo menos no casada… O que yo sepa. Aunque si lo pienso bien, Sofía tuvo una relación furtiva… ¡Pero era viuda! No casada.
-¿Alex? ¿Estás en casa? ¿Podrías desayunar conmigo?
Con esas palabras me despierta Sofía un domingo a las 7 de la mañana, me provoca matarla.
-Eh, ¿cómo? ¿Quién habla?
Todavía estoy dormida cuando contesto el teléfono, solo los bancos llaman a estas horas de la mañana.
-Es Sofía, Alex, necesito contarte algo…
-¡Sofía! ¿Pasó algo?
-No, tranquila, solo que necesito contarle esto a alguien…
12 minutos más tarde, Sofía me recoge en su carro para ir a desayunar.
-Me tienes alarmada, ni siquiera alcancé a bañarme. ¿Qué es lo que me tienes que contar, que es tan importante que nadie más puede escuchar?
-¡Anoche me acosté con un tipo!
-¿Cómo me acosté? ¿A dormir o qué?
-Imbécil, violé prácticamente al tipo con el que salí ayer.
¿-Perdón? ¿Que hiciste qué?
Sofía es viuda hace más de dos años y esta es la primera vez que escucho que tuvo una cita…
-Anoche. Después de rechazar muchas propuestas salí finalmente con un tipo
-Y eso que tiene de novedoso…
-Se llama Max y lo conocí el jueves en casa de mi prima. Esa noche, después de la cena, salí a la piscina a fumar un cigarrillo, él salió detrás de mí y me pidió que le regalara uno…
Nos quedamos conversando más de una hora, para cuando regresamos a la casa ya los demás invitados se estaban despidiendo.
-Entonces…
-Entonces, hubo mucha química entre los dos, él me pidió mi número de teléfono para llamarme y vernos al día siguiente…
Me llamo como a eso del medio día y me invito a comer algo.
Fuimos por la zona de casco viejo, cenamos temprano en el restaurante italiano y luego fuimos a escuchar música, bailamos y pasamos un rato delicioso, tengo que confesarte que es la primera vez que estoy con un hombre diferente a Ricardo.
-Cálmate, ven nos bajamos del carro y me sigues contando.
Ya llevamos parqueadas un rato frente al Marriott de Panamá, como es domingo entramos al brunca del hotel, nos recibe la anfitriona y le solicitamos una mesa reservada donde podamos conversar sin interrupciones. Nos indican que es buffet, así que podemos seguir tranquilas.
-Alex, estoy avergonzadísima… Este tipo me encanta, pero creo que la cagué.
-Sigue contando…
Después de cenar, escuchar música y bailar, fuimos donde Pilar a una fiesta que ella ofrecía, así fue como a las 4 de la madrugada acabo Max llevándome a casa.
Supuestamente, él viajaba el sábado en la mañana a Los Ángeles, pero acabo perdiendo el vuelo.
-Guao Sofía.
-Guao nada… Ayer me llamó a eso de las tres de la tarde y me contó que había aplazado su vuelo para hoy a las 6 de la mañana. Yo sin pensar mucho lo, invite a que me acompañará a la casa de la playa… Pasamos la tarde en el mar, luego Joaquín nos preparó una cena, prendí velas, puse música y abrí una botella de vino… Tomamos el vino, abrimos otra botella, y así nos pasamos la noche entre vino y baile muy juntos. Para cuando ya eran las 11 de la noche, los dos estábamos que no dábamos de la borrachera. Así que decidimos tomar una siesta para poder regresar a Panamá a eso de la 4 de la madrugada y dejarlo en su hotel para que alcanzara el avión.
-Dime que no lo dejaste en tu casa mientras que estás acá conmigo…
-No, claro que no, lo acabo de dejar en el aeropuerto. Déjame, te sigo contando, él se acostó de mi lado en la cama y yo me acosté del lado que dormía Ricardo… Dormí como unas 2 horas y a eso de la una de la madrugada, me desperté y comencé a desvestirlo. Alex y así, sin pensarlo dos veces, acabé por desnudarlo y subirme encima a hacerle el amor. ¡Prácticamente, lo, viole! Hasta podría demandarme.
Alex estoy muerta de la angustia. Pero te juro que ni sé qué me pasó. Tú sabes que Ricardo fue mi primer amor. No entiendo esto.
-Tranquilízate, tú eres una mujer adulta, que está soltera, ¿cuál es el problema?
-Nunca había sentido tanta atracción por otro ser humano
-¿El tipo qué hizo?
-Pues se demoró un poco en comprender lo que estaba pasando, pero se portó como un caballero y seguimos los dos de manera apasionada haciendo el amor.
De todas mis amigas, Sofía fue la primera en casarse, ella es la más joven y Ricardo le llevaba muchos años. Calculo que Sofía se casó a los 20 años sin ninguna experiencia y con el primer hombre que se cruzó en su vida…
-Ricardo fue el único hombre con el que estuve de forma íntima, y Max es el segundo… Sentí cosas que nunca había sentido… Fue apasionado, crudo, voraz…
-Sofía, ¿con Ricardo sentías placer?
-Pienso que sí, pero con Max fue increíble, yo nunca pensé que podría ser capaz de hacer una cosa como la de anoche. No sabía que podía sentir tantas emociones en un solo momento… Nunca había sentido lo que sentí anoche. No sé si Ricardo verdaderamente era apasionado, la verdad es que anoche sentí cosas muy diferentes y me arriesgue a hacer otras que ni conocía.
Mi amiga baja la mirada avergonzada de lo recientemente vivido.
¿-Qué experimentaste?
-Poco a poco fue llegando con su boca a todos los rincones de mi cuerpo, sentí como el corazón salía de mí, toco con sus labios lugares que nunca habían sido tocados, la cabeza me daba vueltas y sentí como mi cuerpo se desdoblaba de placer. Siento un poco de vergüenza, pero creo que nunca había sentido un orgasmo como el de anoche.
Escucho a mi amiga completamente muda. ¿En mi interior y de forma muy discreta me pregunto cuantas mujeres no habrá por el mundo sin conocer lo que es un orgasmo? Nosotras no somos la generación de la total apertura sexual, incluso aún conservamos mucho tabú a la hora de reclamar nuestro espacio de placer en la intimidad. Finalmente logro balbucear:
-¿Qué pasó después?
-Él se levantó, me abrazó y nos dimos un baño, luego nos vestimos y lo traje a su hotel, recogió sus cosas, pago la cuenta y salió al aeropuerto.
Nos quedamos en silencio y observo a mi querida Sofía, llena de posibilidades, dinero, lujos y extravagancias, como una niña perdida, totalmente conmocionada como una adolescente. ¿Será posible que un ser humano logre despertar en otro, tanta pasión dormida en un breve encuentro?
-¿Qué vas a hacer?
-Nada, recordarlo y olvidarlo.
-¿Por qué?
-Porque siento mucha vergüenza y mucho miedo de ser rechazada…
- ¡Cuál rechazada si ya te lo comiste!
Sofía, muy avergonzada, baja la cabeza, sonrojada hasta la medula.
-Sofie, creo que no debes llenarte de angustia innecesaria, primero no creo que te rechace, segundo el amor maduro es más pausado y sincero, dale la oportunidad, quizás este podría ser un segundo capítulo en tu vida romántica. Eres joven, tienes derecho a reorganizar esa parte de tu vida.
-Tengo miedo, no conozco esto…
-Deja que las cosas fluyan, y si reaparece dale la oportunidad sin dejarte llevar por una falsa ensoñación, mira a ver que va pasando mi querida Sofie, esto es algo que debes dejar fluir.
Sofía baja la mirada un poco más tranquila.
Seguimos desayunando en silencio, cada una tratando de encontrarle sentido a esta información que acabamos de compartir. Sabiendo que todos buscamos lo mismo, compañía, camaradería y sentir el amor de manera intensa, aunque sea solo por una sola vez de la manera más furtiva.
Adelaida por fortuna está dormida y no siento la necesidad de hacer conversación de vecinas de asiento, necesito digerir lo que acabo de presenciar.
Recuerdo el episodio de Sofía y me pregunto si este tipo de romance clandestino es lo que el muy tarado del Camilo está cultivando…
¡Lo cierto es que este pelmazo está casado, y no ha tenido ni la más mínima decencia de separarse antes de conquistar a otra! Hacer semejante juego desleal, cuando se acerca el momento más vulnerable de la vida. El muy traicionero, me lo imagino llenando de mentiras y excusas a la pobre luz, mientras que ella sufre porque este cada día está más alejado… Como no va a estar alejado, de seguro está montando todo un tinglado de críticas a su mujer para justificar esta situación y así no sentir remordimiento y culpa.
Para las mujeres envejecer es terrible, es algo así como un estigma social, una situación que no se nos permite. La menopausia comienza a resecar todo, a secarnos hasta el corazón, nos engordamos como si nos soplaran con una bomba de inflar, los tipos, en cambio, se ven regios y se levantan botoncitos como la nena rubia que está con Camilo. ¡Es tan trillado este tipo de comportamiento, apoyas a esos tipos en el momento en que no son nada ni nadie y apenas logran algo de éxito listo, te tiran y te cambian por un modélito más actualizado, más joven, menos gastado! Maldito ese Camilo. ¡Estoy tan furiosa que me provoca ir hasta la fila 72 y sacarle los ojos, hacerle un escándalo a 35 mil pies de altura! ¡A ver si es tan valiente encerrado en esta lata!
Afortunadamente, todavía quedan hombre decente que son solidarios con sus mujeres. No creo que se pueda generalizar, pero este comportamiento de Camilo es como un viejo cliché gastado.
Esa transición en la vida de una mujer llega con varios cambios, me pongo a pensar, de mis amigas Luz ya está en la menopausia y su porquería de marido está de viaje con la novia. La otra que está en ese proceso de menopausia es Roberta. La última vez que tocamos el tema casi se nos destruye la amistad.
-O estoy loca o definitivamente, ¡ya me estoy enloqueciendo!
En él acelere característico de Roberta, eso es lo primero que declara nuestra amiga cuando llega a nuestra cita semanal.
-¡Tienen que escuchar lo último que me paso ayer en la tarde!
-¿Podrías calmarte, tomar un respiro y saludar?
-Qué pena, chicas, yo sé que estoy acelerada, pero es que cuando les cuente comprenderán de que se trata y entenderán mi afán…
-Por lo menos, siéntate, ordenemos el almuerzo y nos cuentas.
El mesero ya lleva 3 minutos parado a un lado de la mesa tratando de tomar nuestro pedido, cada una ya sabe lo que quiere almorzar, solo falta Roberta que en medio de su crisis no ha tenido tiempo ni siquiera de mirar la carta, pero como ya es su costumbre sabe que pedirá una ensalada cesar sin pan, la salsa aparte y una soda light, así que nos toman la orden lo suficientemente rápido como para que nuestra amiga se acomode y el mesero se esfume permitiéndole contarnos su inquietud.
-Bueno, habla. Cuéntanos que es eso que te tiene tan alterada.
-Sí, desembucha, mujer.
-Pues verán: ayer se fue mi empleada toda la tarde, como sabrán, están en casa mis dos hijos con sus respectivas novias… Y para completar estamos remodelando la casa.
-¡Ja! Imagino lo dichosa que estarás haciendo de suegra.
Roberta bombardea a Linda con su mirada azul penetrante; esa mirada que ya todas conocemos…
-A propósito de remodelaciones que no te vaya a pasar lo que le paso a la vecina de Linda.-¿Qué le paso?
-Pues que un día la llamo alteradísima porque por el aire acondicionado le estaban saliendo, los desperdicios de la cocina de Linda Jajajá se imaginan, el muy bruto del arquitecto conecto el desagüe de desperdicios de la cocina de linda al tubo refrigerador del aire de la vecina ja, ja, ja
-¿Me van a escuchar?
-¡Sí, sí, sí! Claro, perdón, continúa.
-Como es natural y se imaginarán, yo quería atenderlos; así que me dispuse a cocinar una cena especial con las cosas que les gustan. Ceviche de corvina, Empanadas criollas, y cosas especiales. Lo que no se es porque en el mismo minuto en que comencé con mi labor, sonó el teléfono sin parar. Y lógicamente era el mudo. ¿No se han dado cuenta de que apenas estamos ocupadas, aparecen más distracciones y todas urgentes? En fin, el mudo seguía llamando, y yo ocupada con las manos sucias, pero además comenzó a sonar el intercomunicador de la calle, un mensajero con algo de un paquete y mi celular no paraba. El caso es que el desorden era total.
-¿Y?
-Y yo seguí haciendo lo que planeaba, todo se calmó, y pude terminar con mis cosas, limpie la cocina y salí.
Cuando quise llamar a Allan para avisarle que llegara temprano para la cena no encontraba mi celular. Se desapareció. Así ¡puf! Como por arte de magia.
-¿De qué estás hablando? ¿Como así que “¡puff!”, por arte de magia?
- Sí, sí, explica, a este cuento le faltan patas.
-Pues primero tenía el celular en la cocina y cuando termine de cocinar, no aparecía y no había nadie más en la casa. Yo lo busqué por todas partes. Incluso me llamé del teléfono de la cocina y nada de nada…..
- ¿Y entonces?- Nada, angustiadísima y aterrada, dejé el tema así, y esta mañana, cuando llegó la empleada me llamo a la cocina y me dijo: Doña Roberta, necesito mostrarle algo.
-¿Encontró el celular?
-¡Así es! ¿Imagínense donde?...
En el congelador.
-¿Cómo fuiste a meter el celular en el congelador? ¡Estás loca!
-Precisamente, por eso estoy tan angustiada. ¿Será que me está dando Alzheimer?
-No seas boba, ¡claro que no!
-Pues últimamente me pasan cosas de esas, recuerden que hace 2 meses se me olvidó dónde había parqueado el carro y no sabía si lo había dejado en el Shopping o en frente. Y Allan ya me ha dicho varias veces que me ve como distraída…
-Pero nada de lo que has dicho es suficiente para un diagnóstico de Alzheimer.
-Además, tú siempre has sido un poco acelerada y olvidadiza.
-Mira, yo no quiero pasar por antipática, pero ¿no será que se te está viniendo encima la menopausia?
-¡Cómo se te ocurre! ¡Yo todavía soy muy joven!
¡Desde que recuerdo, Roberta siempre ha mentido sobre su edad! Yo la conozco hace ya varios años y llevo por lo menos 4 escuchando que acaba de cumplir 50 años.
Así que si mi memoria y las matemáticas no me fallan, ella debe tener cerca de 58 años.
Lo cual afirma que la teoría de Linda no está tan mal.
-Roberta, nosotras somos tus amigas, te queremos, pero tú no vas a echarnos ese cuento que tienes 50 años recién cumplidos.
-Pues para que te enteres ¡Así es! ¡Ni siquiera los he cumplido! Como bien sabes, cumplo en marzo. ¿O es que acaso me ves muy vieja?
-No he dicho eso…. Además, todas sabemos que te has hecho varios retoquitos. ¿O ahora también nos vas a engañar con eso?
-¡UFF! No sé para qué sigo escuchándote.
-Solo queremos ayudarte. Dicen que las mujeres cuando se acercan al quinto piso ya no producen la misma cantidad de estrógeno y que esta pérdida está ligada al olvido.
-Pues, no sé la verdad de qué me hablan, pero sí sé que mis amigas están empeñadas en hacerme sentir mal. Pero tranquilas, Linda, hazme cita donde tu ginecólogo para que me practique todos los exámenes. Así salimos de dudas y se los traigo la próxima semana para que esta honorable junta de médicas me diagnostique y me medique. Por lo pronto pago mi cuenta y me largo. ¡Estoy muy joven para seguir con este grupo de viejas menopáusicas!
Roberta se para de un brinco y sale furiosa del restaurante, todas nos quedamos aterradas, ninguna esperaba semejante reacción, no sabemos ni qué decir…
Pasan 15 minutos y vemos como nuestra querida amiga regresa al restaurante más tranquila y más pálida que nunca,
Entonces dice:
-¡Me voy! Pero antes necesito pagar y no tengo mi cartera. Cuando salí la deje en la silla.
¿Será que estoy postmenopáusica?
Ahora comprendo la angustia de Roberta y la menopausia, todavía faltan 4 horas para llegar, pero no sé cómo voy a aguantarme aquí sentada en este avión sabiendo que el marido de mi mejor amiga está sentado más atrás con otra “Nena”, sobándolo de pies a cabeza. Necesito que pase rápido el tiempo, necesito contarle esto a Manuel, necesito llegar a París, necesito saber qué hacer.
¿Si le digo a mi amiga la expongo y la coloco en una situación imposible y si no le digo?
Yo no debería sentir esta ansiedad ajena, me pregunto si Luz sabe de esta situación o si intuye algo. Dicen que la infidelidad no es un motivo para el divorcio o una separación, pero ese tipo de traición es muy fuerte, yo no soy la directamente afectada y me siento traicionada, no imagino lo que podría sentir Luz.
El tiempo pasa más lento que antes y yo no puedo parar de pensar en el estúpido de Pablo y la bruja maldita que está con él
Hace apenas dos semanas mi amiga Patricia y Carlos se separaron luego de 18 años de matrimonio, aparentemente el muy traidor andaba con otra y estaba dedicado a la vanidad y la belleza, incluso se fue a un Spa a hacerse tratamientos rejuvenecedores. Qué ridículo de razón que andaba tan preocupado por no envejecer…
Quiero ver bien, a la otra para revisar si la reconozco, así que en un rato me voy a parar a mirar. Son tantas las ideas que dan vueltas en mi cabeza…
Me pregunto si yo estaría dispuesta a escuchar a alguna de mis amigas que me dijera que vieron en un avión a mi marido con otra.
De razón que Lucy ha estado tan irritable estos últimos meses, llena de dudas y haciendo todo tipo de cábalas, perdiendo su autoestima y sintiéndose cada día más sola…
No hace mucho la vida de mi amiga era una vida llena de sueños. Ilusiones y sentido. Lucy, siempre estaba ocupada ejerciendo como una prestigiosa abogada, hasta que el muy egoísta de su marido le solicito que lo ayudara en su negocio de publicidad y la muy inocentona dejo su exitosísima carrera para apoyar a su infiel pedazo de marido, quien con los años se hizo más exitoso y fue relegando más y más a mi amiga hasta llegar a esto. Quien sabe hace cuanto este tonto está de noviazgo.
Me paro, vuelvo a la parte trasera del avión y desde el pasillo del baño puedo ver perfectamente que Camilo y Bomboncito están dormidos abrazados el uno al otro, me provoca vomitar, lo más triste es que la novia se parece a Lucy solo que es un modelo más reciente. El colmo, los hombres son la cagada, les entregas los mejores años de tu vida y luego así es como te pagan, cambiándote por otro modelo más reciente como si fueras un carro.
A veces me pregunto si mi adorado Manuel no me habrá puesto uno que otro cacho.
¡No!
Mejor dejo de pensar tonterías y me devuelvo a mi silla.
Me acomodo, cierro los ojos y pienso en Luz, en este tonto de Camilo y en cómo los años cambian todo y nos cambian a todas. Pienso en todas las mujeres que han estado dispuestas a sacrificar sus sueños, sus carreras, sus ilusiones, a cambio de un matrimonio, una familia y al final de los años esto.
Los hombres con los años mejoran, pero para nosotras es más difícil, yo por lo menos he estado toda mi vida luchando contra mi cuerpo…
Con cada año ha sido más difícil mantener mi peso, y con cada década me reconozco menos. Pero no creo que Manuel deje de amarme por mis cambios físicos naturales y tampoco creo que haya sido infiel, aunque definir infiel no siempre es fácil. Aunque una escapada romántica a París con la novia clandestina, definitivamente califica para infidelidad.
¿Si te escribes mensajes clandestinos con otro hombre que no es precisamente tu marido, cuenta como infidelidad?
Así me saluda Pao en nuestra visita mensual al supermercado.
Pao es una amiga que no hace parte de mi círculo cotidiano de amigas, pero poco a poco hemos descubierto una gran afinidad y nos gusta compartir espacios diferentes dentro de la rutina.
¿A qué te refieres? ¿No comprendo muy bien la pregunta?
Repito la pregunta de mi amiga en mi cabeza y siento que estoy parada sobre arena movediza, no sé de qué se trata esta pregunta. Tengo que navegar con cuidado...
¡Tengo un enamorado! Exclama Paola Mendoza muy entusiasmada.
¡Quedo muda!
¿Pao? ¿La ejecutiva exitosa? ¿Qué coños?
La señora de Mendoza está de amante, no lo puedo digerir.
Con algo de timidez y mucho miedo le contesto. ¿Vas a elaborar o adivino?
-Te quiero contar, pero no sé si me comprendas...
-Ensaya replico.
-¿Hace 3 meses recuerdas la entrevista que tuve en televisión?
-Si claro con el papito de Carlos Arango
-¡Exactamente!
-¡Vas a joder! ¿Carlos Arango te está seduciendo?
-Sh cállate, discreta o quieres que todo Panamá se entere?
- El sábado pasado, visite el canal de TV para conocerlo y el conocerme. Cuando nos presentaron yo quedé muy impactada por sus ojos verdes y su sonrisa perfecta, además de toda su presencia.
Los dos sentimos electricidad.
-Al otro día me escribió a mi correo...
¿De dónde saco tu correo?
¿Eso es lo único que se te ocurre preguntar Alex???
-Pues es que ni sé cómo reaccionar...
-Comprenderás que quede en shock, pero también muy intrigada, así que le contesté. Sin saber muy bien en qué me estaba metiendo...
¿Qué pasa con juan?
-¡Nada! Que va a pasar amo con todo mi corazón a juan, pero después de 33 años de matrimonio ya no es lo mismo. Tú lo sabes mejor que nadie
-Pues no, no lo sé porque nunca me ha sucedido, pero me lo imagino.
-El caso es que comenzamos a tener conversaciones provocativas y fuimos creando una relación de intercambio verbal picante y de doble sentido...
-Te confieso Alex que me dan mariposas en el estómago como hacía mucho no me había pasado o por lo menos ya no recordaba... Tiemblo de emoción cuando hablamos por las redes. He vuelto a sentir cosas que había olvidado, me siento deseada, me siento intrigada, me llama tanto la atención este juego...
-Pao, sabes que estás jugando con fuego
¡Lo sé! Pero es muy excitante y no quiero parar. Quiero experimentar este deseo... Ahora quiere que nos veamos en el bar del Marriott, para tomar una copa y quién sabe que más... ¡Estoy en verdadero pánico!
Qué carajos pasa en el hotel Marriott que es el escenario presente en todas las aventuras románticas de mis amigas… Comprendo claramente el deseo de Pao de revivir la emoción del amor, lleno de posibilidades, pero jugar con fuego con este personaje… no me suena.
-No sé mentiría si te digo que estoy segura de lo que estoy haciendo, ni siquiera me siento culpable, aunque me da temor. ¿Qué tal que no le guste mi piel? ¿Que no le guste mi aroma? Él es tan joven... 15 años más joven para ser exactos, aunque sé que quiero volver a sentir eso que no siento hace tanto tiempo, creo que si no lo vivo ahora ya no lo viviré nunca... Me seduce la idea de una aventura. Una cana al aire, la primera y última de mi vida...
Ante tan honesta revelación me quedo en silencio y muy pensativa, lo que dice mi amiga no es ni descabellado ni extraño. ¿Estamos en una edad dónde encontrar un hombre apuesto, interesado y dispuesto a conquistarte no es fácil a menos qué?
-¿Será posible que tenga otros intereses?
¿A qué te refieres Alex?
Me da miedo destruirle la fantasía a mi amiga, pero creo que le debo mi completa honestidad
¿Pao tú eres una mujer muy linda y estoy segura de que Carlos está impactado contigo, pero no te parece extraño que siendo tan joven quiera estar con una mujer mayor?
Apenas salen las palabras de mi boca, las quiero recoger, me las quiero tragar, pero mi lengua resulta más rápida que mi cerebro.
¿Qué insinúas? ¿Me estás diciendo vieja? ¿Acaso crees que yo ya no podría despertar una gran pasión en ningún hombre?
-No, no quise decir eso, y siento mucho si sonó así, yo lo único que quiero es que pienses bien cuáles serían las intenciones de este hombre y analices bien las posibles consecuencias.
Pao ni siquiera se interesa por mis dudas. Quedamos sumidas en un incómodo y eterno silencio
Pagamos nuestras respectivas compras de mercado sin intercambiar palabra, nos despedimos de una forma cortes, pero con absoluta distancia. Veo como mi amiga se aleja y siento que algo se ha roto en esa conversación.
Preocupada y triste por mi amiga, regreso a casa a encontrar a mi dulce familia compartiendo frente a la terraza. Me les uno y me preguntó si yo podría estar en la situación de ella... Me siento muy culpable y la llamo para decirle de nuevo que lo siento y que puede contar conmigo, pero ya no puedo desdecir mis palabras y Pao no me contesta el teléfono.
Me acuesto con la esperanza de que mañana será un nuevo día y ya encontraré la manera de llegar al corazón de mi amiga.
Duermo muy mal y me paso la noche pensando en Pao, sus palabras, sus planes y nuestra amistad. A la mañana siguiente decido levantarme y comprar 2 capuchinos en Starbucks antes de llegar directo a su casa. El tiempo pasa tan lento como angustioso hasta que por fin, frente a la puerta de mi amiga, capuchino en mano, Pao abre la puerta, me abraza y me dice:
-Yo también lo siento, creo que tienes razón, pero ya es tarde, ya me involucre…
Recordando esta conversación me pregunto si el muy idiota de Camilo se habrá
enamorado, me pregunto si Luz me perdonaría que al saber esto yo no le dijera la
realidad que hoy he visto, me aterra poner en peligro nuestra amistad, pero me aterra
más ser desleal. ¡Frente a esta situación, todo aquello que he compartido con mi!
amiga parece una tontería! Mis frustraciones con mi peso y mi cuerpo suenan tan
fútiles y superficiales…
¡Desde que me acuerdo he luchado con mi peso! ¡Si hago memoria, creo que podría llegar al momento exacto en que comenzó mi suplicio!
Ese fue el tema de nuestro penúltimo almuerzo, hace 10 días precisamente. Que lejos estaba de sentir esta angustia, yo solo quería compartir con mis amigas la última situación…
¡-Me mamé, estoy lista a renunciar!
-¿De qué hablas?
-Pues de mi eterna lucha con mi propio cuerpo. De mi peso.
-¿Y qué con tu peso?
-Pues que hoy me estrellé.
-Esta mañana acompañé a mi marido a comprar trajes completos, fuimos a un almacén por departamentos donde consigues todo tipo de cosas. Todo iba muy bien, él se estaba midiéndose los trajes con sus respectivas camisas y corbatas. La mañana transcurría tranquila hasta que en un arranque de vanidad y celos decidí mirar vestidos para mí. Así comencé a escudriñar los anaqueles de la talla 12 y escogí 8 vestidos para medirme.
-¿Estás en talla 12? ¡Upa! ¡¿A qué hora llegaste a esa talla! ¡Qué exagerada!
-No es exageración, me gusta escoger todo cuanto pueda y así medirme y poder elegir. ¡Y si estoy en talla 12! ¿Crees que no estoy consciente que midiendo 162 centímetros, pesar 78 kilos es demasiado?
Pero ¿qué hago? ¡Me gusta comer!
-Bueno, eso ya lo sabemos, más bien sigue contando…
- Comencé mi ritual, fui probándome uno a uno todos los vestidos, y me di cuenta de que la talla doce me quedaba apretada. ¿Será que aumente todavía más de peso?
¡En fin, sin querer aceptar la cochina realidad, procedo a medirme el último vestido y con un poco de esfuerzo logro metérmelo, me miro en el espejo y compruebo que parezco un embutido! Así que trato de quitármelo, pero no lo logro, el vestido no sale. Estoy atorada y sola, no puedo sacarme el puerco vestido. Muerta de la vergüenza, me toco llamar a la vendedora para que me ayudara a salir de esa camisa de fuerza.
Forcejeamos, me retorcí, me retorcí más y ¡crack!
-¡Se rompió el vestido!
-¡Sí y con él mi ego!
-Por fin, me libero del maléfico vestido que amenazaba con devorarme. Se partió la poquita autoestima que me quedaba. Y ahora tengo un vestido más para la colección de vestidos que no me entran, solo que este está roto a los lados. Estoy tan mortificada que ni me atrevo a regresar a ese almacén.
-Me imagino cómo te sentiste, ¡Yo sé por lo que pasaste! Ser gorda es terrible. Declara con tristeza Linda
-Más cuando vives en una sociedad como la nuestra, donde la delgadez es tan valorada.
-Si es verdad lo que dice Luz. Aquí están todo el tiempo juzgándote por tu peso. Si eres gordita te descalifican y te tildan de vieja gorda. Es como si fueras una fracasada por pesar unos kilos de más.
-Pues así me sentí yo. Como una ciudadana de menor categoría. Lo más triste es que sé lo que tengo que hacer, pero no logro hacerlo.
-¿Qué dice tu querido Marido?
-Pues qué va a decir, el pobre vive conmigo. Él me dice que me veo linda. Y que no me preocupe y que me quiere así como estoy, pero yo no le creo. Tengo que reconocer que cuando me case pesaba 16 kilos menos y era talla 6. Fue después de los embarazos que las tallas comenzaron a escalar.
-Esa es la cosa con los kilos. Se te encaraman sin preaviso. Ni te das cuenta y un buen día estás gorda, la ropa ya casi ni te entra, tú ni te das cuenta y tu imagen corporal se distorsiona por completo.
¡-Yo por lo menos tengo una pésima imagen corporal! Siento que mis brazos son tan gruesos como los de una matrona italiana y las piernas más parecen unas salchichas que otra cosa.
-Yo lo he probado todo. Que la dieta de la luna, que la de la piña, que la del atún y la toronja, que la de los carbohidratos, la zona, en fin. Creo que me he pasado la mitad de mi vida a dieta.
-¡Por favor, Roberta! Tú no puedes decir nada de nada. Esta conversación no es para ti.
-Sí, déjate de cuentos que tú eres un espárrago. Apuesto a que nunca has tenido un gramo de más.
-Chicas, por si no se habían dado cuenta yo me mato de hambre. ¿Cuándo me han visto comer una harina? ¿O un dulce? ¿O un frito? ¿Ustedes creen que no me provoca? ¡Claro que me provoca! Pero si me engordo, Allan me bota. Además, no podría vivir gorda, yo no me resistiría a mí misma.
Nos quedamos todas en silencio sin decir una sola palabra, imagino que pensando en la conversación que acabamos de sostener. Llega el mesero a tomar nuestro pedido y ninguna ha mirado lo que va a ordenar. Solo Roberta, que como de costumbre, ya sabe lo que quiere. Nos mira sintiéndose un poco culpable y le solicita al mesero:
-Una ensalada cesar, sin pan, la salsa aparte y un agua con gas.
De razón, está flaca. De razón tiene hambre y no me pregunten si le provoca o no le provoca comer lo que le dé la gana.
Pasan unos minutos y Lucy, como de costumbre, hace la más oportuna de las intervenciones.
-Yo por lo menos quiero ver la carta de los postres porque quiero dejar espacio para el dulce final. Y si la ropa no me entra me cuelgo una batola y ya está. La vida es para gozar y yo pienso gozármela con una cuchara de postre.
Me pregunto si Lucy sabrá cómo está gozando su marido. ¿Es posible que sepa lo que está sucediendo y prefiera ignorarlo? No sería la primera mujer en esa situación, son muchas las mujeres que aceptan estas condiciones con tal de no perder su estatus social, o su nivel de vida. Esa realidad me cuestiona frente a decirle lo que está pasando a Lucy con su marido. Sería exponerla y dejarla sin la posibilidad de seguir con su vida. No sé qué voy a hacer, me siento tan cansada de este vuelo…
Por fin me quedo dormida.
Me despierto un poco aturdida y con la boca reseca, son la 3 de la madrugada en Panamá, ya llevamos 9 horas de vuelo, todavía 2 más en esta prisión voladora, afortunadamente no hemos experimentado ninguna turbulencia, salvo la infidelidad de la parte trasera del avión.
En París son la 8 de la mañana, así que cambio la hora en mi reloj.
-Hola buenos días
-Hola, ¿te desperté?
-No, no, estoy despierta desde hace como media hora, por aquí pasó la auxiliar ofreciendo bebidas y galletas, si te provoca, están atrás junto con agua y jugos.
-Buena idea, voy a pararme a tomar un té.
Me paro y cuando voy llegando al pasillo donde tienen dispuesto el servicio de té, me acuerdo de Camilo y su escapada romántica, no avanzo sin antes mirar bien para que no me vea.
Estoy paralizada, quiero confrontarlo, pero no soy capaz. Sigo con cuidado hasta la parte trasera del avión.
Me sirvo un jugo y tomo unas galletas de la bandeja, me quedo un rato parada en el pasillo estirando las piernas. Este vuelo tan largo puede ser muy incómodo y por más que él destinó sea París, la ciudad luz, el lugar más romántico de la tierra, donde me espera mi marido, no deja de ser un vuelo desesperante.
Afuera se ven los colores del amanecer y la luz que baña el avión es ligeramente rosa, estamos volando en busca del sol, así que la noche ha sido muy corta.
Regreso a mi silla y me coloco los audífonos para escuchar un poco de música, tratar de olvidar lo que está ocurriendo al final de este avión…
Sin quererlo, el estúpido de Camilo me ha hecho cómplice de su infidelidad, espero que Manuel no se atreva a hacerse solidario con su amigo. Eso sería una guerra total.
Las mujeres, por lo general, no somos tan solidarias con nuestro género, no como los hombres, nosotras no nos tapamos con la misma cobija, sino que, por el contrario, nos criticamos y exponemos. Ni nos justificamos, no señor, todo lo contrario buscamos delatar y exponer. Pero en este caso siento que la solidaridad con mi amiga es primordial.
Trato de tranquilizarme haciendo una lista mental de todas las cosas que quedaron por hacer y que no alcancé a terminar…
Ayer tenía tantas cosas para hacer, pero nunca me alcanza el tiempo…
Fue un día superagitado en cuanto a responsabilidades se refiere, tuve que llevar a los chicos a comprar ropa, luego tuve mi cita matutina con la calle, (Si ya sé que les conté que detesto hacer ejercicio, pero desde la fallida clase de spinning he seguido caminando muy juiciosa) después tenía que regresar a la casa y hablar con el jardinero, luego hacer mercado, llevar la ropa a la lavandería, comprar el papel para la impresora, pagar las facturas y acompañar a mi suegra a escoger unos regalos. Como sabía que el tiempo no me iba a alcanzar, organice almuerzo rápido en el camino de las compras. En la tarde tenía que recoger unos papeles, terminar de empacar, así que antes de las 6 de la tarde no lograría estar desocupada…
Me levanté temprano para poder comenzar con mi maratónico día.
Todo parecía marchar sobre ruedas hasta que llegue a la casa a cumplir mi cita con el jardinero.
¡El hombre estaba demorado, cosa rara! Paco nunca está a tiempo. Él es excelente con las plantas y tiene una mano bendita, pero a impuntual el condenado.
Nada, mientras que lo esperaba, me dio tiempo para revisar el correo electrónico.
¡Prendí el computador y constate que la pantalla se mantenía en blanco! Me entro el pánico y el afán, pasaron lo que parecieron horas, pero yo sé que fueron solo algunos minutos y mientras la barra de recarga de manera lenta y pausada comenzaba a subir todos los programas. Yo me iba enloqueciendo de la impaciencia ¡Carajo! ¿Podría ser más lento ese bendito computador?
¡Luego de 10 minutos por fin! Cargo mi correo y me conecto, comencé a revisar mis mensajes cuando vi que mi hermano estaba en el Chat. Aproveche para chatear un rato con él, pasaron 15 minutos de charla y nos despedimos sin saber nada del jardinero. ¡Cuando OH! Apareció Pao, qué bien, hacía días no sabía nada de ella… La historia que me cuenta es absolutamente increíble…
¿Alex te conté sobre mi amiga Nataly?
Hace unas semanas estamos nada más ni nada menos que en el elegantísimo y famosísimo hotel Crillon de París. Nataly es una gran amiga de mi hermana, estábamos invitados a la boda de su hija Teresa, quien contrae nupcias con un joven español. A propósito de tu viaje a París.
Este fue quizás uno de los eventos más elegantes y prestigiosos de la ciudad, Nataly está casada con el vicepresidente de TV5, el canal de televisión francés.
Thierry Malouf es uno de los más importantes ejecutivos franceses, sobra decir que se trata de personas que gozan de altísimos privilegios sociales y económicos.
La fiesta fue un sueño, los novios se veían profundamente enamorados y los padres de la novia, una pareja elegante, atractiva y se veían muy compenetrados, incluso enamorados, todo parecía idílico.
Pero, como todo en la vida, las cosas no son lo que parece….. Ayer precisamente mi hermana me llamo:.
-¿Te enteraste lo de Nataly?
-¿Nada, que le paso a Nataly?
-¡Pues que dejo a Thierry!
-¿Como así, donde lo dejo?
-¡Boba! ¡Lo abandono! Los abandono a todos, dejo a su familia.
-¿Como así?
-¡No, así no se puede, usted está muy boba!
Mi hermana no está muy paciente o yo realmente no comprendo nada.
¡Alex! ¡Nataly empacó una maletita, pago sus deudas, dejo las cosas organizadas con su trabajo y se fue!
-¿A dónde se fue?
- Nadie sabe nada…
¿Me parece completamente inverosímil toda la conversación, a donde se fue una mujer que hasta hace unas semanas veíamos con envidia y creíamos que lo tenía todo?
-Nataly, se aburrió de su vida perfecta, su vida llena de privilegios, pero con poca sustancia, Nataly dejo su vida “Ideal” para ir a vivir una vida muy diferente… Se fue a vivir al TÍBET.
Se aburrió de lo mundano y eligió una vida de contemplación, meditación y búsqueda interna.
¡Pao y yo, conversamos durante 1 hora! Y nada de jardinero.
Antes de desconectarme reviso esa página de farándula de la que me hablo mi amiga Sofía…
Estaba interesantísima. Toda la información de cine, y un horóscopo buenísimo.
Yo no es que crea mucho en horóscopos, pero hace poco me paso una cosa increíble.
Estaba triste y tenía una depresión horrible, así que me quede toda la mañana en cama. Me puse a cambiar los canales y no podía parar de llorar de la depresión tan horrible, entonces llegue al canal de Walter Mercado donde este reconocidísimo astrólogo estaba dando el horóscopo semanal…
Comenzó con mi signo diciendo:
Ay, piscis, piscis, piscis…
Deja ya de llorar, tira esa caja de kleenex a la basura…
Aterrada y mirando para todos lados, observé la caja de kleenex sobre mi cama…
Levántate, báñate y vete a trabajar…
Inmediatamente, me paré, me organicé y seguí con mi vida.
¡Aproveche que estaba sentada en el Internet y le mande a mis amigos copias de su horóscopo! Por cierto que todavía no había revisado mi correo.
Comencé a revisar y me encontré con los chistes que manda Pablo. El muy pelmazo ese, me pregunto ahora que me encuentro compartiendo este vuelo con Camilo, si estará pensando en dejar a mi amiga, así como la amiga de Pao dejo a su exitoso marido. Mejor sigo con mis recuerdos de ayer…
El teléfono sonó y era mi suegra, preguntándome si no iba a recogerla, casi me muero
Era la 1.30 de la tarde.
¡Se me había ido la mañana!
¡Se me fue el tiempo! Lo único que hice fue estar pegada a una pantalla.
No alcancé a hacer mercado, espero que se las puedan arreglar. ¿Por qué será que a uno ya no le alcanza el tiempo?
Espero no haber dejado nada, empaque tan desordenadamente que no sería raro que se me hubiera quedado algo importante. ¿Y el modelito de Bombera libidinosa, lo empaqué? Ay Dios, ojalá este en la maleta, me mortificaría mucho que alguno de mis hijos lo descubriera.
Espero que no se me haya quedado nada y lo que se quedó, se quedó y ya está. Como dice Sofía: si lo puedes comprar, ¿para qué lo vas a cargar?
Ya amaneció por completo, son las 5 de la madrugada en Panamá, hora París 10 de la mañana, dentro de poco estaremos aterrizando.
Nos sirven un desayuno compuesto por huevos, café, jugo de naranja, frutas y quesos. Todo debidamente acompañado por pan francés horneado a la perfección y croissant.
Estos franceses son increíbles. Yo que para variar estoy dizque a dieta.
La última vez que Salí de vacaciones me engorde como 4 kilos. Estuvimos de visita en San Andrés y lo único que hicimos fue comer, ahora me imagino lo que va a ser en París.
La historia continua en: termina él viaje (Barra superior)
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